viernes, 11 de febrero de 2011

Recuerdos humeantes (por Francisco Labrador Salgado)

Fábrica de ácidos. Foto: F. Labrador.

C
omo cada mañana, desde hacía ya bastante tiempo, sentí en mis hombros aquellos golpes que me resultaban familiares, junto con una voz dulce que me susurraba al oído diciendo:
“arriba, que ya es la hora”.

Al igual que si me hubiese despertado de un largo letargo, asustado y mirando a un lado y hacia otro, pronto me dí cuenta de que se trataba de mi madre, que solía despertarme de esa manera cada mañana para ir al colegio.

Recuerdo que de camino hacia la cocina, ya se notaban los olores típicos del desayuno: ese olor de la cebada tostada se fundía con el de alguna miga de pan que se había tostado un poco mas de la cuenta,... Pero había otro olor que, casi como cada día, formaba parte del menú del desayuno; sí, era un olor muy peculiar que se mezclaba con el paladar y que convertía en un sabor agridulce a todo aquello que te metías en la boca. Era ese maldito olor de cada día, un olor que mientras más te acercabas a la puerta de la calle, se hacía más latente, más poderoso, invadiéndote el aparato respiratorio, haciéndote soltar la primera tos del día.

Salías al portal y,... allí estaba ella, prepotente, esbelta, rígida, humeante, cual si de un dragón se tratase que escupía ese veneno de olor azufroso por su parte más alta,...Era ella, la de cada día, la que nos guiaba a todos como si de una veleta se tratase indicándonos la dirección del viento por el rumbo que tomaba su manta de humo,...Los mayores la llamaban: “La Chimenea de Piritas”.

Mientras caminaba, despacio y con dirección al colegio, una gran nube de humo que imitaba a la niebla invadía las calles de Nerva. En mi silencio y cabizbajo me preguntaba: ¿cómo los mayores podían decir que ese veneno era bueno para las parras? La verdad es que tengo que reconocer que, desde entonces, no he llegado a ver esas hermosas uvas de gallo que se metían en aguardiente y que los obreros ingerían de dos a tres unidades por la mañana temprano antes de ir a la mina.

Un recuerdo amargo, humeante, azufroso,... Pero al fin y al cabo, un recuerdo.

Francisco Labrador Salgado

7 comentarios:

Martín Gálvez dijo...

PARA LOS QUE NO CONOZCAN NUESTRA TIERRA SE LA IMAGINARAN

CUBIERTA DE GRIS, DE GRIS PERLA, DE GRIS PIRITA.PERO HA

SIDO EL COLOR DORADO... LA QUE LA INUNDADO DÉCADAS

GENERACÍON TRAS GENERACIÓN... TEJADOS DE ROJO INGLES

DORADOS, BLANCAS PAREDES DE CAL... DORADAS POR EL POLVO

DE LAS EXPLOSIONES CONTROLADAS DE CADA DÍA... DÍAS

DORADOS DONDE TODO ERA BULLICIO Y EL OLOR A PIRITA EN LA

"CAÑAILLA" SE TRANSFORMABA EN DULCE AGUARDIENTE DE

ZALAMEA... LOS BARES ABIERTOS PARA EL TURNO Y EL RELEVO

DE LA MAÑANA...
BONITA FOTOGRAFÍA QUE TIENE LA PÁTINA DORADA DE ESOS

DÍAS Y ESE TIEMPO DONDE LA CUENCA ERA UN HERVOR DE VIDA.

Carmen Alcázar dijo...

Que tengamos colaboraciones como la de Paco Labrador es toda una satisfacción porque precisamente así es como se mantiene vivo este blog. Sí, vivo entre recuerdos que el amigo Labrador nos ha descrito excepcionalmente bien: una estampa mineras cotidiana de otra época entre sentimientos y sensaciones, entre objetos ya 'rujentos' por el paso del tiempo,y hasta entre olores muy nuestros,esencia de mina, de vida, de la Cuenca Minera de Riotinto. Bienvenido a La Factoría, Paco!!

Y a tí, Martín Gálvez, nuestro pintor de recuerdos: ¿acaso no es un cuadro lo que has escrito como comentario? Hasta los trazos sueltos, libres y cuidadosamente marcados se denotan en cada línea, con sentimientos que salen a borbotones de tu pincel,...

jepane dijo...

Es curioso como asociamos los recuerdos a los olores y colores; tanto que al recordar parece que nos invaden esos olores al cabo de los años. Con este relato de Francisco Labrador me a ocurrido lo mismo.
Gracias Francisco.
Saludos.

Paco Alcázar dijo...

Buena memoria tienes Labrador, es asi todos los que percibimos aquellos olores, los llevamos en nuestros recuerdos, ese olor a azufre que impregnaba el ambiente cuando el humo de la Chimenea de Piritas era arrastrado por el viento de poniente hacia Nerva y es cierto que desde que se llevaron la Fundición a Huelva, ya no hay aquellas uvas llamadas de gallo y de otras clases, en huertos y corrales, Bienvenido a La Factoria

Jose Luis dijo...

Amigo Paco, qué pena que en nuestro pueblo, hace unos 15 años, se olvidaran de estos olores, humos y molestias,.. y de las teleras, las mantas y el olor a la pólvora del 4 de febrero 1888. Si hubiesen querido recordar tu lucha seguro que hubiera habido recompensa; pero nuestro pueblo quiso quedarse ciego, sordo y sin olfato, porque ya algunos se encargaron de dejarlo mudo sin habla y sin corazón por su tierra.
Gracias amigo Paco

Mayorre dijo...

Es cierto que los olores avivan los recuerdos, aunque estos sean puntuales y, levemente molestos.
pero...
!Ah¡!Cuanto daríamos ahora,(con algunos años más a la espalda)tras finalizar nuestro sueño, con el entrañable sonido de un dulce "despertador" como, cada mañana, lo hacía el de Labrador Salgado.
Sólo ello sería paliativo para soportar, un poquito más, la caricia del humo de piritas, comprobando así, que no sólo las parras reverdecían....

Juan Leante dijo...

Ciertamente son unos recuerdos de lo más emotivos y entrañables.
Sin poder recordar lo mismo que vosotros, las letras que nos dedicas hacen que cualquier foráneo, se sienta nervense.
Saludos cordiales.