viernes, 19 de febrero de 2021

Perejil y su paso por el Archivo de Zalamea la Real

José Manuel Vázquez Lazo
Historiador 

Entre los muchos investigadores que visitan las dependencias del Archivo Municipal de Zalamea la Real para consultar su fondo histórico, en cierta ocasión recuerdo con agrado la cita con el nervense Antonio Perejil Delay.

Perejil llegaba para navegar entre los viejos papeles de este archivo, una mañana del recién estrenado 2017, cuando además del nuevo año, inaugurábamos el frío que trae el invierno. 

“Hay un señor que quiere visitar el Archivo”, me dijeron por teléfono desde administración. “Pues que suba, que le atiendo ahora mismo”.

Después de varios resoplidos lanzados al aire, como suelen hacer casi todos los que me visitan, haciendo notar con ello la pesada subida al último piso del Ayuntamiento donde se encuentra nuestro archivo, Antonio me saludó con afabilidad.

“Me suena la cara de este hombre”, me dije, porque olvido todos los nombres del mundo, pero nunca un rostro conocido. Y tras entablar una pequeña conversación, comenzamos el trajín de abrir legajos.

Aprovechando algunos días de descanso durante su Navidad en Nerva, aquel 3 de enero de 2017 había decidido acercarse a Zalamea para buscar documentación sobre su localidad natal. Aquella antigua “Aldea de Riotinto” encontraba un nuevo investigador sobre el paso ésta a la “Villa de la Libertad” desde 1868, y de ahí  hasta la Nerva de 1885. Y Perejil estaba muy interesado en hallar información sobre ciertos vecinos que a finales del XIX pululaban por el recién independizado pueblo.

Sea como fuere, la mañana se le echó encima, a él delante de algunos pliegos, y a mí asistiéndolo en las necesidades documentales que le acuciaban.

Con la misma afabilidad con la que había llegado, se despidió del archivo hasta nueva orden, sine diem, como hacen los investigadores a los que no les acecha la presentación de una tesis doctoral. Aquel visitante era de aquellos que ocupan su tiempo libre, sin prisas, en plantear un trabajo que colme su curiosidad histórica.

“Disculpe, antes de irse debe rellenarme la ficha de consulta”. De buen grado sacó su bolígrafo y rellenó el formulario que le entregué. Junto a él, una cuartilla de papel donde me indicaba los datos que deseaba localizar y que no había encontrado en su lectura de aquellos folios decimonónicos. Con una sonrisa que le hacía introducirse de lleno en ese saco que suena a “este tío es buena gente”, me explicó cuáles eran sus inquietudes para la próxima visita. Y tras su despedida, comenzó a bajar la escalera, con más soltura que cuando la subió, como hacemos todos los que peleamos contra los escalones.

“Antonio Perejil Delay”, indicaba la ficha de control. “Coño, el poeta de Nerva, ya decía yo que me sonaba su cara”, me dije con rabia por no haberlo identificado antes.

Aquel 3 de enero, aquella cuartilla de papel con los datos que necesitaba buscar en su próxima visita, escondía en su reverso uno de sus poemas de su puño y letra: 


Cuando el día treinta y uno
diciembre estire la pata
y en el reloj de la torre
den las doce campanadas
centenares de petardos
y de ruidosas tracas
estallarán bajo el cielo
negro de la madrugada…
mientras las gentes de Nerva
disfrutarán hasta el alba
pidiéndole al año nuevo
felicidad y esperanza.

APD (La Antilla, 27-12-16) 


Aquella hoja de control de acceso a nuestro archivo quedó engalanada con los versos del que ya rinde honores a su tierra desde el negro sobre blanco, porque los poetas nacen, pero nunca mueren.

miércoles, 10 de febrero de 2021

Hasta siempre, poeta minero (III). Escritor e investigador comprometido

 Por Carmen Alcázar

(Anterior: parte II, pincha AQUÍ)

Mucho se ha hablado ya del Antonio escritor, del investigador constantemente comprometido con la historia de su pueblo natal y de los que él sentía como suyos, es decir, de Nerva y la Cuenca Minera de Ríotinto pero también con sus tierras de adopción Gerena, Aznalcóllar y La Granada, su Alfilla, como prueban sus obras: La Granada, un pueblo entre la sierra y la mina, a principio de los dos mil y Auge y declive de las canteras de granito de Gerena en 2013.  Con todos ellos, Perejil mantuvo una constante colaboración cultural y social y por eso no pudieron faltar alcaldes y representantes que le dedicaron unas breves y sentidas palabras en el atril: José Antonio Ayala, alcalde de Nerva, donde nació, se crió y de la que estaba profundamente enamorado; de Aznalcóllar, disculpando a ausencia de su alcalde, Juan José Fernández Garrido,  amigo y compañero en la mina, participó otro amigo minero de los años de Boliden, Francisco Gago; de Gerena,  pueblo que lo acogió y donde Antonio formó su familia estuvieron presentes el amigo Álvaro Arias y  del concejal de Relaciones Intitucionales, Juan Manuel Illacucci, para recordarle; y la concejal, Jacoba Sánchez y su alcalde, José Justo Martín, de La Granada de Riotinto, entre la sierra y la mina, el pueblo  de la mujer de su vida, su paraíso de cal y donde ya descansa para siempre. 


Él mismo nos retrataba esta faceta suya  de investigador de la historia local en el digital Tinto  Noticias: “Mi pasión por la historia empezó más tardíamente. Mis primeras colaboraciones aparecieron en las revistas Nervae de aquella época. Aunque me gusta la historia, en su sentido más amplio, siempre he mostrado mis preferencias por los temas ferroviarios y mineros. La historia de la minería de Huelva me ha apasionado desde siempre y sigue presionándome debido, quizás, a mis raíces mineras. Casi siempre me ha dado por investigar asuntos relacionados con la historia de la minería de Huelva y, más concretamente, sobre la minería de Río Tinto. Pero también me gustan las historias de vida de algunos personajes populares que dejaron sus huellas en la memoria colectiva de las gentes de mi pueblo”.

Con amigos de ruta
Estación Berrocal 2018.
Y así, tal y como nos contaba Antonio, su obra escrita sobre nuestra historia es inagotable, tanto lo publicado como mucho más lo que dejó inédito o aún sin acabar y en los que andaba trabajando tiempo antes de morir,  como muchos amigos bien conocen. Y siempre alumbrado por una pasión instalada en el ADN, ese que compartimos en estas tierras “esa cruz roja de cobre fundido que me grabaron a fuego los antepasados míos”, que radiografiaba en sus versos. 

Perejil y el Ferrocarril 
Y precisamente por mi ADN, de hija de minero y nieta de ferroviario, viene mi relación con él en esta faceta. Supongo que conocía a Antonio de toda la vida, aunque por la diferencia de edad yo ni lo recuerde.  Era amigo de mi familia, de mi abuelo Paco y de mi padre, vecino de la calle Augusto, unidos de por vida en esa pasión minera y ferroviaria que los movía siempre, Pero sería a raíz crear el blog de La Factoría cuando tuve una relación más constante y directa con él. Muchas veces lo comentamos mi padre y yo, nuestro Antonio Perejil era el colaborador más prolífico, el que más enriquecía nuestro espacio con sus artículos de calidad, bien documentados, contrastados y llenos de enjundia en cada letra. A veces era mi padre quien con su permiso subía sus trabajos más significativos, otras era él quien nos los pasaba al calor de algún hecho o alguna colaboración que surgía:  recuerdo sus versos al Malacate Planes o al Puente Carretera por las plumillas de Martín Gálvez, sus versos en el homenaje de mi abuelo, o ante la denuncia de la dejadez de nuestro patrimonio industrial y minero… Antonio siempre estaba, para todo.  Y ahora que La Factoría lleva en el andén bastante tiempo, y por si vuelve a ponerse en marcha,  estoy segura, ya no será la misma sin él. 

Presentación Nervae 2018
Y tampoco lo será la revista Nervae. Porque si digo que era el más prolífico de La Factoría, aún lo fue más en Nervae cada agosto, en la que encontraba siempre el mejor escaparate para sus trabajos, que preparaba cada año con mucho tiempo, entusiasmado con cada nuevo número, como bien sabe el técnico municipal Rafael Fernández a quien llamaba mil veces para sus colaboraciones.  Si repasamos Nervae, es uno de los colaboradores más veteranos de esta publicación, desde los 90 y hasta el último número de 2019, a veces con mucho más de un artículo por año:  “Ahí estabas tú, para recoger la historia perdida y evocar los sentimientos de las aldeas perdidas... Queda la labor hecha a mano, lo que dormita se inmortaliza en pergamino, cual chirriar de vagones “rugentos” en aranceles de vías muertas, el estrepitar de los barrenos, el bostezar de las mañanas, el calor de las siestas, la sinfonía melódica de un afilador, el pregonar de melones y sandías, el crujir de los vidrios de la fábrica de gaseosas, los queseros con sus ventas, el burro con los barriles de aceitunas, el que las iba vendiendo, los barquillos de canela, los gitanitos pidiendo, los higos de aquellas huertAs… la nieve vendida en bloque, canasto de gurumelos, el cante por sevillanas, la esquina de “EL Helaero”, el grito de “El Che Guevara”, aquel aguardiente eterno y nuestra filosofía siempre hablando y diciendo…

Juan Francisco Román
Así explicó este aspecto el amigo Juan Francisco Román, con quien Antonio conversaba a menudo sobre su inquietudes y la Nerva de sus amores. De sus charlas, partieron incluso  algunas de sus  investigaciones, como la que después se materializaría en el libro  Egocheaga: un líder sindical bajo sospecha. “Antonio se nos fue lamentablemente aquella fría tarde, aún cuando los senderos de estrellas no alumbraban los caminos por las sendas del mineral. La vida que a veces se nos convierte en tragedia y se nos precipita al igual que las sales del hierro en el agua, buscando la profundidad en los caminos del cobre”, entonaba emocionado Román en una prosa poética rota de dolor en la dureza de la ausencia del poeta. 

De su pasión e interés por los temas de historia local, y sobre todo relacionados con el ferrocarril y la minería del suroeste ibérico, lo llevaría auspiciado por la Asociación Amigos del Ferrocarril Cuenca Minera de Riotinto, a publicar sus dos primeros libros en los 90:  Ferrocarriles mineros  de la provincia de Huelva y Catálogo de Poblaciones Mineras fallecidas en la provincia de Huelva. Algo después le seguiría Historia y actualidad del Ferrocarril Zafra- Huelva y más tarde escribiría El Ferrocarril de Aznalcóllar al río Guadalquivir.  El presidente de dicha asociación Luis Pérez Dorado destacó “su implicación y preocupación por la entidad desde el comienzo,  abierto siempre a colaborar y siempre fue un elemento cohesionador y pacificador en momentos de tensión”. 

Además de con el Ferrocarril, hace unos años, Antonio colabora con Asociación Mina de Herrerías, a quienes dona unos documentos para su archivo de incalculable valor. Es esta entidad quien después publicaría su Romancero del Tinto, para  satisfacción de Antonio  quien llevaba con ese poemario tan nuestro  demasiados años esperando en un cajón. De hecho, para este acto, dicha asociación andevaleña publicó una segunda edición de su poemario para quien quisiera adquirirlo a un precio simbólico y sin ninguna intención lucrativa. “Ha sido un honor contar Antonio como amigo y como colaborador, quien todo lo que tenía de grande físicamente, lo tenía de humano”, destacó Pepe Suárez, presidente de Mina Herrerías. 


viernes, 29 de enero de 2021

Hasta siempre, poeta minero (II). Apunte biográfico

 Por Carmen Alcázar

“El retrato robot de mi infancia sería muy similar al de Antonio Machado. Lo único que cambiaría es el concepto de patio sevillano por el de corral nervense. El “huerto claro donde madura el limonero” estaba a doscientos metros de mi casa; y aunque era propiedad de la Compañía, me pasé muchas horas de mi infancia ayudándole a mi padre en sus quehaceres. Pero yo era feliz en aquel huerto, bebiendo agua de pozo y subiéndome como si fuera un gato a todas las higueras y ciruelos”.  Con estas palabras de Antonio en la entrevista que yo misma le realicé para el Nervae de 2018, nos adentramos en su figura con unos breves apuntes biográficos:  

Antonio de niño
Antonio Perejil Delay nacía en Nerva un 23 de enero de 1954, en el seno de una familia humilde y numerosa compuesta por tres hermanos y con todas las dificultades que se pasaban en Nerva por aquellos años, tal y como  dejó perfectamente reflejadas en su libro de Recuerdos,  retratando a toda su generación. 

Escuela de la SAFA
Antonio inicia sus estudios primarios en un  colegio nacional local y acaba en las llamadas “Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia” de Riotinto, colegio en el que siguió hasta conseguir el título de Oficialía Industrial en la rama de Ajuste.  Los años de la SAFA dejarían una huella imborrable en muchos de los que por allí pasaron y que los uniría para siempre, como quedó en evidencia hace unos años cuando un  amplio grupo se reunió aquí mismo cuando cumplían sesenta, o  cuando hace  unos meses se dieron cita  profesores y alumnos  para homenajear al jesuita Miguel Ángel Ibáñez Narváez, en El Mercantil. 

Homenaje al Padre Ibáñez
En ambos encuentros no faltó Antonio, en la última en 2019 incluso recitó un  poema de los suyos, reivindicativo y lleno de fuerza, retratando aquellos años de la SAFA y su “Quijote” particular. Muchos  de los compañeros de Perejil  de aquellos años en la SAFA no faltaron en su homenaje póstumo. 

El Ventoso, 1979
Tras la SAFA, Perejil  estudió PreCOU y COU en la Universidad laboral de Sevilla para acabar en la Universidad Normal de Magisterio de Huelva donde sólo estuvo un año.  En 1979 comenzaría su vida laboral en Minas de Aznalcóllar, donde se desarrolló integramente hasta 2002, año en que se prejubiló. 

José Antonio Perea

Todos estos datos sólo perfilan su figura como podemos encontrar en cualquier contraportada de sus libros. Pero queremos ir más allá, adentrarnos en la persona, en cómo era de cerca el hombre bueno y grande que todos conocíamos; queremos adentrarnos en ese “retrato robot” que él contaba  de su infancia,   en la intimidad de su familia y con la dureza de aquellos años en el huerto,  en las experiencias y anécdotas vividas y compartidas ya sea en los años de la SAFA  o en el  grupo de sevillana que formó  en los 70 con su hermano Alberto y otros amigos, entre muchos otros muchos proyectos y situaciones que viviera...  Y quien mejor que  su  amigo de toda la vida para hacernos llegar a Antonio de cerca, contando anécdotas cotidianas, de niños y adolescentes, José Antonio Perea: “Antonio suspendió la asignatura de ser niño, con las dificultades económicas de su familia como muchas en Nerva, y la mayoría de las tarde a pesar de ser tan pequeño trabajaba con su padre en el huerto.  Sin embargo, Antonio siempre estaba feliz con sus plumas y escribiendo, siempre responsable de su familia, sobre todo tras la muerte de su padre. Y también siempre apegado a la lucha, de los trabajadores, volcado en la ayuda de quien lo necesitaba”.       


sábado, 23 de enero de 2021

Fallece Antonio Perejil Delay


Por Juan Francisco Román 


Si el eco de las roncas galerías que subyacen hoy bajo millones de toneladas de escombros de esta tierra minera, pudiese salír a la bocana del aire, seguramente retumbaria la portentosa voz de Antonio Perejil desde las entrañas.

Lamentablemente Antonio nos ha dejado en esta fría tarde, aún cuando los senderos de estrellas no alumbraba los caminos por sendas de mineral...

La vida, que a veces se nos convierte en tragedia y se nos precipita como las sales de hierro en los caminos del cobre...

Antonio, fue santo y señal de una época gris en la Nerva que resurgía lentamente del lastre de la posguerra, guardando su miedo y su ira...

Sus cánticos reivindicaban su forma de ver la vida y de actuar, como tantas familias de obreros de las Minas de Ríotinto con las estrecheces propias de la única vía a la que teníamos acceso...

Sin embargo Antonio soñaba y creaba, dando forma a sus poemas con las notas musicales de su guitarra presta en muchos de sus aconteceres.

Yo le quiero recordar y hoy más aún en aquel Centro Cultural, cuando lleno de ganas y juventud de esa edad dorada, creó aquel conjunto musical, junto con Justo, su hermano Alberto, Luís Méndez y otros más con aquellas camisas rojas de lunares que les había promocionado "Confecciones Camacho de León" (Carmelita) y allí en aquel escenario nada tenían que envidiar ni a Romeros de la Puebla ni a Marismeños...

Un lujo de aquellos tiempos para los que buenamente apreciabamos  la música como baluarte. 

Las rigidas dificultades de los setenta, hicieron que Antonio y muchos otros tuviesen que abandonar su tierra para buscar un futuro prometedor, aunque no muy distante Antonio se traslado a Aznalcòllar a trabajar a sus Minas en la extinta Compañia "Apirsa" Andaluza de Piritas S. A. del grupo BOLIDEN (Sueco),

No perdimos el contacto nunca, porque al asentarse en la población de Gerena, mi propia familia en concepto de trabajo, también residía allí.

Hay un Antonio sentimental, lleno de nobleza y prosa, recuerdos de su pueblo amante de su tierra y reivindicativo...

Muchos conceptos que nos unían aunque distintos quizás en nuestros pensamientos, 

los dos fuimos Delegados Sindicales en lo laboral, compartimos pluma en aquella "Revista Garratt", del Ferrocarril Minero de Ríotinto, en "Corumbel", en  "Cuna Minera" en Las Delgadas, en "Nervae" , compartimos libros, secuencias, datos, historia y teníamos pendiente algo de lo que siempre tenía ganas y donde los tiempos no nos favorecían...

Antonio fué literatura propia de calle, como el decía y de nuestros tiempos...

Eladio Fernández Egocheaga... ¿Te has fijado Antonio? los grandes terminan olvidados.. Así, es Juan Francisco, me decía...

Esperame, allí donde tu voz resuene con la misma fuerza de tu pensamiento amigo Antonio para compartir contigo el poemario del tiempo y deja que las espumas del Tinto te mezcan con la corriente y en silencio . Y repíteme con luna clara y tu tono fuerte de voz , aquella estrofa que tanto te gustaba "De tu querida presencia, Comandante Chė Guevara"... 

Estimado amigo Antonio,  Nerva  y  yo te guardamos el más alto mirabel del recuerdo.


Nota: Esta necrológica fue escrita  por Juan Francisco Román el 23 de enero de 2020, al día siguiente del fallecimiento de Antonio Perejil Delay. 


viernes, 22 de enero de 2021

Hasta siempre, poeta minero (I)



Tras las fatídicas inundaciones del pasado diciembre, 2020 no está siendo un buen año en general, mucho menos para Nerva por muchísimos aspectos y no sólo me refiero a la incidencia maldito virus que ha trastocado todo nuestro mundo; 2020 está siendo un año triste y lleno de ausencias importantes en muchos ámbitos, sobre todo en cultura y arte, de nervenses que se marchan dejando una huella imborrable en todos y cada uno de los que los conocíamos, pero también un legado infinito para nuestra tierra que permanecerá más allá de nuestro tiempo. Antes de finalizar enero, nos sobresaltó su partida: nos dejó Antonio Perejil Delay, un día antes de cumplir los 66 y cuya trágica muerte conmocionó a todos. Se fue nuestro poeta minero, el investigador incansable de nuestra historia cercana, la que escribía siempre de manera clara y sencilla en las páginas de esta revista cada año, rescatando del olvido lo cotidiano de nuestro pueblo, de su gran pasión: de su Nerva y su gente. 

El pasado 7 de marzo se le rindió un sentido homenaje póstumo aquí,  en su pueblo natal, organizado por la Sociedad  del Casino del Centro Cultural de Nerva, justo donde presentó dos años antes su último libro Recuerdos de mi Infancia.  

Tuve entonces el honor de conducir y presentar dicho acto, eso sí,  sobrellevando como buenamente pude la inmensa emoción que me suponía despedirme así de un hombre como él, tan grande en todas y cada una de sus muchas facetas: de un minero de siempre, comprometido y  enamorado hasta la médula de esta tierra, sobre la que tanto investigaba y escribía; de un compañero de letras, con sus versos sencillos a lo que somos, al Tinto, a la Nerva de sus amores desde su infancia hasta hoy; de mi poeta minero, quien fotografiaba los paisajes mineros o cualquiera de los bellos rincones, sin demasiados filtros ni retoques, y a los que le gustaba retornar cuando podía con su familia; pero  sobre todo, era el adiós de un buen amigo, de los que están  ahí siempre y que te dejan una ausencia infinita tan profunda y tan honda que te paraliza hasta los dedos para  escribir palabras de despedida el día de su marcha; que te vuelve  tan incrédula que  incluso ese 7 de marzo que nunca hubiera querido que llegara,  sentada en la mesa presidencial del homenaje, miré en varias ocasiones a la puerta, preferiendo mil veces levantarme  y verlo entrar  ella, con su amplia sonrisa entre las barbas blancas, con esa fuerza que derrochaba,  algo “brutote” sí pero todo corazón,  emocionándonos, escuchando su vozarrón y  haciendo vibrar  ese salón…

Desde que el presidente del Centro, Francisco José Vázquez, planteó el acto siempre tuvimos claro que debía estar a su altura, sencillo y grande como él era, recorriendo cada una de las facetas que desarrollaba Antonio, rodeado de amigos que nos lo recordaran, oliendo a su mina y a su río, emocionándonos con sus fotografías, recorriendo su pecho malogrado a golpe de poesía y música.  

Y, así, no podía ser de otra manera, quedó un acto inolvidable, lleno emociones intensas, cuidando cada detalle sin faltarnos nadie: allí nos dimos cita su abnegada familia, su mujer Jacoba, su hija Bárbara y sus hermanos,  haciendo tripas corazón y aguantando las lágrimas; sus amigos de siempre y compañeros de la SAFA, muchos con los que recorría y visitaba el entorno minero; alcaldes y representantes de sus pueblos Nerva, Aznalcóllar, Gerena y La Granada de Riotinto; las asociaciones con las que colaboraba asiduamente; y muchos compañeros de investigaciones e historia de la tierra, escritores, poetas, fotógrafos y  músicos que no pudieron negarse a rendirle tributo. Prueba del cariño y la admiración que despertaba Perejil Delay, surgieron varias intervenciones de manera espontánea aquella tarde: como la del paisano Rafael Martínez de Nerva, quien nos acompañó durante todo el acto con su guitarra improvisando acordes emocionados para cada participante o el músico andevaleño Alonso Pérez que nos deleitó con un poema musicado dedicado al poeta minero. A ambos, les agradezco especialmente desde estas páginas  su aportación impecable. 

En su memoria, y siguiendo el esquema del primer acto- homenaje de los muchos que – estoy segura-  vendrán alrededor su figura,  rescato para esta edición los testimonios, los poemas y todas las palabras vividas y sentidas con las que aquel día recordamos a Antonio Perejil Delay en nuestra Nerva. 




(Nota: Con motivo del primer aniversario de la muerte de Perejil Delay, y como columna vertebral del homenaje del blog La Factoría que comenzamos hoy.  publicamos de manera  íntegra y por `partes el artículo realizado para Nervae de 2020 que por motivos ajenos a la autora finalmente no se publicó. )

lunes, 18 de enero de 2021

Memoria de un tiempo que no volverá

Por Juan Francisco Román 


E
n éstas mañanas gélidas de un recién estrenado año 2021 me traen los ecos del recuerdo de mi niñez asomado al postigo de  mi puerta en aquellas lluviosas mañanas de pleno invierno, cuando aparecía la figura de "José Dolores el Ciego" , con sus cupones, envuelto en uno de aquellos enormes capotes en negro brea llamando a las puertas... No más tarde la voz de Felipe y su mula irrumpía el silencio matutino... "Vamos chiquillaaaa, que no está el día pá ná"...

Y las jarras se asomaban a las puertas para recibir el blanco alimenticio...

Era, la esa otra Nerva de lo próspero y de tiempos que se hacían venir y por llegar , aún llenos de imperiosas necesidades de otra época..

Decía una noticia el otro día, que la Cuenca Minera se desangra lentamente y que se había perdido en la última década un diez por ciento de población. Es decir, entre los siete municipios que conforman la Cuenca se habían perdido 1777. habitantes, según (I. N. E) .

No hay que alarmarse, ni es menos cierto, si solamente en casi una década pasada tomé como referencia las defunciones habidas allá por 2011 y que habían pasado por la Parroquia de San Bartolomé superando éstas el centenar, sorprendiéndose el Párroco, Servando Pedrero allí conmigo y contestándole yo que estábamos ante una población envejecida con un alto censo de personas mayores.

A día de hoy, el censo en Nerva data en 5.160 y algo de habitantes de los cuales hay que tener en cuenta; son éstos de derecho, porque en efectivo de hecho ya no somos ni 5.000.


Nada más ha comenzado el nuevo año y en dos semanas, seis defunciones. 

Es triste realidad saber, que, aquella Nerva núcleo, que se convirtiese en pueblo en los anales de finales del XIX, arrancó con siete mil y algo de habitantes en un evolutivo esplendor de lo mejor de su historia.

Fué imperiosa y próspera emerger y capital de anejos colindantes y punto de inflexión, norte y objetivo de muchas almas que buscaron aquí un referente en la búsqueda de otros amaneceres en sus sueños y modo de vida. 

Fué la gloria de nuestro pasado acontecer y  aún así debemos recordar con tristeza y porqué no con orgullo de haber sido bandera del pasado legendario.

No podemos y es muy difícil navegar a contracorriente en estos tiempos, pero a los que pintamos canas en éste menester nos acoje la tristeza de ver el acomodo inalterable de nuevas generaciones de lo poco que nos queda permaneciendo impasivos a la cuestión del ímpetu en la lucha por lo nuestro sin importarles lo más mínimo.

Y me atormenta pensar, que aunque no lo seamos de Zalamea volvemos a ser casi una Aldea de aquello que queda hoy de Las Minas de Ríotinto