6; LAS CASAS DE LOS OBREROS Y LOS JEFES
En las minas onubenses, las diferencias sociales entre obreros y empleados de los de "primera nómina", no eran solamente de orden económico o profesional si no que esas diferencias también estaban presentes en los espacios urbanos donde residían, de forma que las viviendas asignadas a los jefes eran de mejores calidades que las asignadas a los mineros "rasos". En los poblados pequeños construidos por empresas de escaso poderío económico, no se advierte con los demasiada frecuencia este fenómeno poblacional, por que todas las casas obedecen a un mismo patrón arquitectónico. Pero en el caso de compañías extranjenras de probada solvencia, tales como la RIO TINTO COMPANY LIMITED o la THARSIS SULPHUR AND COPPER, las diferencias entre las casas para obreros y para jefes saltan a la vista. En Riotinto, por ejemplo, existe todavía una barriada inglesa (BELLA VISTA) en magnifico estado de conservación, que fue concebida únicamente para los trabajadores británicos y sus familias. Y en Tharsis, un poco menos señoriales en lo que se refiere a modelo arquitectónico, También existe una barriada llamada PUEBLO NUEVO, que en su día fue destinada al personal inglés.
De todas formas, no debe confundirse a las antiguas construcciones y a las modernas, porque es evidente(con independencia de la clase social de las personas que las habiten) que una vivienda construida a mediados del siglo XIX, no puede conservarse como una construida a mediados del siglo que vivimos (siglo XX). Ni tienen porque ser iguales los elementos arquitectónicos empleados en su construcción, Lógicamente, hay excepciones a la regla (casas de Bella Vista, por ejemplo).
Resulta curioso comprobar cómo en llegando a cualquier poblado minero, incluso los abandonados, se observa siempre que por pequeño que aquel sea, algún edificio que destaca sobre los demás. En el caso de poblados pequeños, como Aguas Teñidas, Monte Romero, San Miguel, San Platón...etc, esas casas son por lo general mucho mas amplias que las de los obreros, Disponen casi todas ellas de dos plantas, zona ajardinada a la entrada, suntuosas chimeneas, zócalos con azulejo sevillano...Y los elementos empleados en su construcción son de primerisima calidad.
Otra característica bastante frecuente en esta clase de viviendas es que, sobre todo, en los poblados pequeños, solían ubicarse las oficinas de la empresa; y a la vez servía de vivienda al director u otras personas relevantes de la dirección. Lo normal, cuando se trataba de edificios únicos, es que se utilizaran simultáneamente como oficinas y vivienda. Resulta evidente que por pequeña que fuera la compañía minera, era casi obligado (por razones de diferenciación social) construir algún edificio que destacara sobre las casas de los trabajadores. Estas diferencias materiales, no tenían importancia aparente, pero en el fondo subyacía ese afán propio de todas las empresas de favorecer a sus empleados por encima de todo.
De todas formas, no debe confundirse a las antiguas construcciones y a las modernas, porque es evidente(con independencia de la clase social de las personas que las habiten) que una vivienda construida a mediados del siglo XIX, no puede conservarse como una construida a mediados del siglo que vivimos (siglo XX). Ni tienen porque ser iguales los elementos arquitectónicos empleados en su construcción, Lógicamente, hay excepciones a la regla (casas de Bella Vista, por ejemplo).
Resulta curioso comprobar cómo en llegando a cualquier poblado minero, incluso los abandonados, se observa siempre que por pequeño que aquel sea, algún edificio que destaca sobre los demás. En el caso de poblados pequeños, como Aguas Teñidas, Monte Romero, San Miguel, San Platón...etc, esas casas son por lo general mucho mas amplias que las de los obreros, Disponen casi todas ellas de dos plantas, zona ajardinada a la entrada, suntuosas chimeneas, zócalos con azulejo sevillano...Y los elementos empleados en su construcción son de primerisima calidad.
Otra característica bastante frecuente en esta clase de viviendas es que, sobre todo, en los poblados pequeños, solían ubicarse las oficinas de la empresa; y a la vez servía de vivienda al director u otras personas relevantes de la dirección. Lo normal, cuando se trataba de edificios únicos, es que se utilizaran simultáneamente como oficinas y vivienda. Resulta evidente que por pequeña que fuera la compañía minera, era casi obligado (por razones de diferenciación social) construir algún edificio que destacara sobre las casas de los trabajadores. Estas diferencias materiales, no tenían importancia aparente, pero en el fondo subyacía ese afán propio de todas las empresas de favorecer a sus empleados por encima de todo.
7; LOS SERVICIOS DOMÉSTICOS ELEMENTALES
Si bien es cierto que las primeras viviendas que se construyeron para los trabajadores de las minas no disponían de los servicios domésticos más elementales, como luz, agua corriente o wáteres; tampoco es menos cierto que las citadas viviendas eran asignadas de forma completamente gratuita a los mineros, por lo menos mientras formaban parte de las diversas compañías explotadoras. En el peor de los casos, se pagaba simplemente un alquiler simbólico, que no guardaba ninguna relación con el precio real de la vivienda.
Quizás, el problema más importante que han padecido desde siempre las casas de los mineros, haya sido la falta de espacio, en relación al número de personas que habitaban dichas casas, Otra cosa bien distinta es la calidad de esos servicios; cuestión fácilmente comprensible, si tenemos en cuenta que no todas las compañias de entonces gozaban de la misma salud financiera. Es evidente que las más fuertes (por ejemplo, los casos de Riotinto y Tharsis) podían ofrecer a sus trabajadores más servicios domésticos y de mejor calidad, mientras que las menos grandes tenían que adaptarse a unos beneficios más modestos.
En relación con el servicio más elemental, que era el agua, casi todas las empresas construyeron sus propios embalses en las proximidades de las minas. Además, el agua, era un elemento imprescindible para el funcionamiento de las instalaciones. Al principio había en caso todos los poblados unos grifos o fuentes, donde se abastecía la población. Luego se instalaron filtros de cal en algunos lugares y por último, ya bien entrado el siglo XX, se fue llevando el agua corriente a casi todas las viviendas.
Con respecto a la luz artificial, hubo algunos poblados mineros que ni siquiera llegaron a alumbrarse, sobre todo aquellos que tuvieron una vida corta. En cualquier caso, hay que reconocer que la luz artificial llegó más bien tarde a casi todos los pueblos onubenses y es lógico pensar que a los poblados mineros llegaría algo más tarde, puesto que hubo minas que pararon bien entrado el siglo XX y no se habían electrificado aún, Hay que pesar también que la mayoría de las explotaciones de entonces estaban situadas en parajes montuosos, de acceso muy difícil y era costosísimo el tendido de la red eléctrica.
En lo que a saneamiento se refiere, este servicio ha sidomuy deficiente en todas las poblaciones mineras hasta hace muy poco. Las viviendas más antiguas no disponían de cañerías, ni de cuartos de aseo. Como mucho, disponían de un pozo ciego donde iban acumulándose las heces, hasta que se llenaba y luego se volvía a limpiar.
El saneamiento, en su extensión más amplía, no fue introducido en las poblaciones mineras, por lo menos hasta la segunda mitad del siglo XX hubo casos en los que se introdujo antes, pero ya he dicho repetidas veces que los casos de Riotinto y Tharsis son única excepción, si se comparan con el resto de los poblados mineros onubenses.
Quizás, el problema más importante que han padecido desde siempre las casas de los mineros, haya sido la falta de espacio, en relación al número de personas que habitaban dichas casas, Otra cosa bien distinta es la calidad de esos servicios; cuestión fácilmente comprensible, si tenemos en cuenta que no todas las compañias de entonces gozaban de la misma salud financiera. Es evidente que las más fuertes (por ejemplo, los casos de Riotinto y Tharsis) podían ofrecer a sus trabajadores más servicios domésticos y de mejor calidad, mientras que las menos grandes tenían que adaptarse a unos beneficios más modestos.
En relación con el servicio más elemental, que era el agua, casi todas las empresas construyeron sus propios embalses en las proximidades de las minas. Además, el agua, era un elemento imprescindible para el funcionamiento de las instalaciones. Al principio había en caso todos los poblados unos grifos o fuentes, donde se abastecía la población. Luego se instalaron filtros de cal en algunos lugares y por último, ya bien entrado el siglo XX, se fue llevando el agua corriente a casi todas las viviendas.
Con respecto a la luz artificial, hubo algunos poblados mineros que ni siquiera llegaron a alumbrarse, sobre todo aquellos que tuvieron una vida corta. En cualquier caso, hay que reconocer que la luz artificial llegó más bien tarde a casi todos los pueblos onubenses y es lógico pensar que a los poblados mineros llegaría algo más tarde, puesto que hubo minas que pararon bien entrado el siglo XX y no se habían electrificado aún, Hay que pesar también que la mayoría de las explotaciones de entonces estaban situadas en parajes montuosos, de acceso muy difícil y era costosísimo el tendido de la red eléctrica.
En lo que a saneamiento se refiere, este servicio ha sidomuy deficiente en todas las poblaciones mineras hasta hace muy poco. Las viviendas más antiguas no disponían de cañerías, ni de cuartos de aseo. Como mucho, disponían de un pozo ciego donde iban acumulándose las heces, hasta que se llenaba y luego se volvía a limpiar.
El saneamiento, en su extensión más amplía, no fue introducido en las poblaciones mineras, por lo menos hasta la segunda mitad del siglo XX hubo casos en los que se introdujo antes, pero ya he dicho repetidas veces que los casos de Riotinto y Tharsis son única excepción, si se comparan con el resto de los poblados mineros onubenses.
8; LOS SERVICIOS SOCIALES Y RECREATIVOS
Casi todos los poblados mineros estaban dotados también de servicios sociales y recreativos, subvencionados casi integramente por las compañías explotadoras. Aquí, en este asunto, vuelve a ponerse de manifiesto la diferencia entre las empresas más pudientes y las más modestas, según el número de servicios puestos a disposición de los mineros y la calidad de éstos. Como norma general, casi todos los poblados disponían de Casino, Economato, Medico y Escuelas. Excepcionalmente, había poblaciones que temían Iglesia, Campo de Fútbol, Espacios Ajardinados, Salas de Cine; e incluso Plaza de Toros, como el caso de la antigua población de Minas de Riotinto.
Los servicios más elementales como eran las Escuelas, el Médico y el Economato corrían por cuenta de las compañías explotadoras. El resto de los servicios estaban unas veces en manos de tales compañías y otras veces en manos de particulares.
En relación con las empresas que explotan actualmente nuestras minas, es digno de tenerse en cuenta la gratuidad de todos los servicios, motivado fundamentalmente por los cuantiosos beneficios que obtuvieron inicialmente las compañías extranjeras afincadas en el Andévalo onubense. Todas las compañías profesaban hacia sus trabajadores un paternalismo colonial, que las convertía en dueñas y señoras del suelo, del subsuelo y de los hombres.
Aunque los sueldos de aquella época eran realmente bajos y las condiciones de trabajo infames, por lo menos el minero podía disponer gratuitamente de Escuelas, Médicos, Cines, Teatros...etc. Esto hacía que los trabajadores de las minas se sintieran mínimamente protegidos en relación a otros trabajadores de la época, como por ejemplo los del campo, donde las condiciones de trabajo eran todavía más duras y los sueldos inferiores.
Los servicios más elementales como eran las Escuelas, el Médico y el Economato corrían por cuenta de las compañías explotadoras. El resto de los servicios estaban unas veces en manos de tales compañías y otras veces en manos de particulares.
En relación con las empresas que explotan actualmente nuestras minas, es digno de tenerse en cuenta la gratuidad de todos los servicios, motivado fundamentalmente por los cuantiosos beneficios que obtuvieron inicialmente las compañías extranjeras afincadas en el Andévalo onubense. Todas las compañías profesaban hacia sus trabajadores un paternalismo colonial, que las convertía en dueñas y señoras del suelo, del subsuelo y de los hombres.
Aunque los sueldos de aquella época eran realmente bajos y las condiciones de trabajo infames, por lo menos el minero podía disponer gratuitamente de Escuelas, Médicos, Cines, Teatros...etc. Esto hacía que los trabajadores de las minas se sintieran mínimamente protegidos en relación a otros trabajadores de la época, como por ejemplo los del campo, donde las condiciones de trabajo eran todavía más duras y los sueldos inferiores.
9; EL DECLIVE DEMOGRÁFICO DE LA MINERÍA ONUBENSE.
El declive demográfico de la minería onubense comienza a raíz del desastre civil de 1936, aunque ya por esa fecha existían empresas que habían paralizado sus actividades y poblados mineros que habían sufrido una considerable pérdida de población.
Pero dentro de esta depresión poblacional importantísima en las comarcas mineras del Andévalo, cabe distinguir entre aquellas aldeas o caseríos que no pudieran superar la crisis del mercado y sucumbieron, y aquellas poblaciones que lograron sobrevivir, a pesar del ocaso de sus minas y de otras dificultades añadidas con el tiempo. Dentro de la primera clasificación, pueden servir como botones de muestra los poblados de San Miguel, San Platón, Esperanza, Cabezas del Pasto, Aguas Teñidas, Peña del Hierro...Y dentro de los poblados que aún figuran en los mapas actuales (a pesar del cierre progresivo de sus minas), se pueden citar Minas de Herrerías, Cueva de la Mora, El Perrunal y San Telmo.
€n cualquier caso, los núcleos mineros onubenses siempre se han caracterizado por estar demasiado dispersos, debido al abundante número de criaderos que se explotaban entre finales del siglo XIX y principios del XX. También es importante resaltar que la minería del cobre siempre ha estado sujeta a continuos vaivenes, con censos de población muy variables, derivados de una coyuntura económica con altos márgenes de beneficio y un dinamismo laboral sin precedentes.
Los mineros de principios de siglo no tenían una residencia estable. Su permanencia en los diversos poblados dependía en gran parte de los jornales percibidos y de las continuas fluctuaciones de los precios del cobre. De modo que algunos mineros, sobre todo los solteros, podían permitirse el lujo de trabajar en poco tiempo en cuatro o cinco minas diferentes. Y esto era debido por un lado, a la dureza física de ser minero y por otro lado, a la gran demanda de mano de obra que se precisaba entonces. En la actualidad, el panorama es desgraciadamente más desolador y son ya muy pocos ciudadanos onubenses o de otras provincias, los que tienen acceso a un puesto de trabajo en las contadísimas minas que quedan en explotación.
Otro causante del declive demográfico en las minas onubenses ha sido, en muchos casos, el regreso de un gran número de trabajadores a sus pueblos de origen, al quedarse paradas las minas donde trabajaban.
Una aproximación estadística, relacionada con la pérdida gradual de población, desde el primer tercio de siglo XX hasta nuestros días, arroja los siguientes datos: Existen en la actualidad unos treinta caseríos mineros abandonados y/o desaparecidos, que llegaron a totalizar hacia 1910 una población de unos 16.000 habitantes. A esta cantidad habría que sumarle unas 800 personas de las poblaciones de El Lomero, La Joya, Puerto de la Laja y Soloviejo, en los cuales habitan tres o cuatro familias solamente. Así, pues contabilizando todos esos mineros, se podrá observar que la población minera del Andévalo se ha reducido globalmente en unas 17.000 personas. Y si a este número se añade la pérdida de habitantes que han experimentado los poblados mineros que aún existen, la cifra resultante será con toda seguridad mas abultada.
Pero dentro de esta depresión poblacional importantísima en las comarcas mineras del Andévalo, cabe distinguir entre aquellas aldeas o caseríos que no pudieran superar la crisis del mercado y sucumbieron, y aquellas poblaciones que lograron sobrevivir, a pesar del ocaso de sus minas y de otras dificultades añadidas con el tiempo. Dentro de la primera clasificación, pueden servir como botones de muestra los poblados de San Miguel, San Platón, Esperanza, Cabezas del Pasto, Aguas Teñidas, Peña del Hierro...Y dentro de los poblados que aún figuran en los mapas actuales (a pesar del cierre progresivo de sus minas), se pueden citar Minas de Herrerías, Cueva de la Mora, El Perrunal y San Telmo.
€n cualquier caso, los núcleos mineros onubenses siempre se han caracterizado por estar demasiado dispersos, debido al abundante número de criaderos que se explotaban entre finales del siglo XIX y principios del XX. También es importante resaltar que la minería del cobre siempre ha estado sujeta a continuos vaivenes, con censos de población muy variables, derivados de una coyuntura económica con altos márgenes de beneficio y un dinamismo laboral sin precedentes.
Los mineros de principios de siglo no tenían una residencia estable. Su permanencia en los diversos poblados dependía en gran parte de los jornales percibidos y de las continuas fluctuaciones de los precios del cobre. De modo que algunos mineros, sobre todo los solteros, podían permitirse el lujo de trabajar en poco tiempo en cuatro o cinco minas diferentes. Y esto era debido por un lado, a la dureza física de ser minero y por otro lado, a la gran demanda de mano de obra que se precisaba entonces. En la actualidad, el panorama es desgraciadamente más desolador y son ya muy pocos ciudadanos onubenses o de otras provincias, los que tienen acceso a un puesto de trabajo en las contadísimas minas que quedan en explotación.
Otro causante del declive demográfico en las minas onubenses ha sido, en muchos casos, el regreso de un gran número de trabajadores a sus pueblos de origen, al quedarse paradas las minas donde trabajaban.
Una aproximación estadística, relacionada con la pérdida gradual de población, desde el primer tercio de siglo XX hasta nuestros días, arroja los siguientes datos: Existen en la actualidad unos treinta caseríos mineros abandonados y/o desaparecidos, que llegaron a totalizar hacia 1910 una población de unos 16.000 habitantes. A esta cantidad habría que sumarle unas 800 personas de las poblaciones de El Lomero, La Joya, Puerto de la Laja y Soloviejo, en los cuales habitan tres o cuatro familias solamente. Así, pues contabilizando todos esos mineros, se podrá observar que la población minera del Andévalo se ha reducido globalmente en unas 17.000 personas. Y si a este número se añade la pérdida de habitantes que han experimentado los poblados mineros que aún existen, la cifra resultante será con toda seguridad mas abultada.
10; EL FENÓMENO POBLACIONAL FORÁNEO
En términos generales, el abandono gradual de los poblados onubenses que ya no existen, siempre ha estado precedido del fallecimiento de las compañías propietarias de las minas. Sin embargo hay pueblos que permanecen, todavía en pie, después de haberse clausurado las minas que los soportaban. La explicación hay que buscarla:
A). En la proximidad de otros poblados mineros vecinales, que no han sucunbido aún. Esto ha dado lugar a que muchos cabezas de familia hayan renunciado a vivir en otros pueblos. dada la proximidad de ciertas minas a sus puestos de trabajo (trabajadores de Perrunal en La Zarza).
B). En las connotaciones humanas yespecificas de cada asentamiento urbano, sobre todo, cuando se trata de lugares con un alto porcentaje de hombres viejos que ya no tienen donde ir (Cueva de la Mora).
C). Otros pueblos que estaban aparentemente muertos, han podido renacer de sus cenizas, gracias a la reapertura de sus minas (Sotiel).
C) Hay otros pueblos que siguen habitados parcialmente por personas ajenas al mundo de la minería, procedentes de otras ciudades y otros pueblos. Este es un fenómeno que se ha puesto muy de moda en los últimos años, pues habitualmente estas personas foráneas compran las casas a precios de ocasión, las arreglan un poco y luego las utilizan los fines de semana como esparcimiento. gracias a este tipo de gente hay algunos poblados que se mantienen dentro de esos parámetros elementales de habitabilidad. No obstante, hay poblados mineros en los que no fue posible la ocupación, ni la compra de sus casas, por que fueron demolidos después de quedar deshabitados. La Naya, Riotinto Estación, La Atalaya y Peña del Hierro son algunos de esos poblados que dejaron de existir.
El fenómeno poblacional foráneo ha experimentado tanto auge en los últimos tiempos, que existen poblaciones como El Puerto de La Laja, La Isabel o la Mina Santa Catalina, donde no sólo se han rehabilitado numerosas viviendas, sino que han sido dotadas de luz eléctrica y agua corriente, gracias al enorme interés que han demostrado sus nuevos inquilinos.
A). En la proximidad de otros poblados mineros vecinales, que no han sucunbido aún. Esto ha dado lugar a que muchos cabezas de familia hayan renunciado a vivir en otros pueblos. dada la proximidad de ciertas minas a sus puestos de trabajo (trabajadores de Perrunal en La Zarza).
B). En las connotaciones humanas yespecificas de cada asentamiento urbano, sobre todo, cuando se trata de lugares con un alto porcentaje de hombres viejos que ya no tienen donde ir (Cueva de la Mora).
C). Otros pueblos que estaban aparentemente muertos, han podido renacer de sus cenizas, gracias a la reapertura de sus minas (Sotiel).
C) Hay otros pueblos que siguen habitados parcialmente por personas ajenas al mundo de la minería, procedentes de otras ciudades y otros pueblos. Este es un fenómeno que se ha puesto muy de moda en los últimos años, pues habitualmente estas personas foráneas compran las casas a precios de ocasión, las arreglan un poco y luego las utilizan los fines de semana como esparcimiento. gracias a este tipo de gente hay algunos poblados que se mantienen dentro de esos parámetros elementales de habitabilidad. No obstante, hay poblados mineros en los que no fue posible la ocupación, ni la compra de sus casas, por que fueron demolidos después de quedar deshabitados. La Naya, Riotinto Estación, La Atalaya y Peña del Hierro son algunos de esos poblados que dejaron de existir.
El fenómeno poblacional foráneo ha experimentado tanto auge en los últimos tiempos, que existen poblaciones como El Puerto de La Laja, La Isabel o la Mina Santa Catalina, donde no sólo se han rehabilitado numerosas viviendas, sino que han sido dotadas de luz eléctrica y agua corriente, gracias al enorme interés que han demostrado sus nuevos inquilinos.
1 comentario:
Buen artículo!!
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