lunes, 21 de enero de 2013

Requiém por la mina XVII (por Antonio Perejil Delay)


Talleres mina 
XVII

Antes de que emigraran al infierno catalán, Casimiro, Rafael e Hipólito se sentaban diariamente en los bancos que había junto al Cuartel de la Guardia Civil; y veían ponerse el sol todas las tardes, evocando bajo el cielo azul aquellos años mágicos que fueron tan felices…Pero ya entonces los trenes de viajeros de La Compañía habían dejado de silbar a las horas exactas que habían silbado siempre, y la Estación del Coso quedó completamente abandonada, a merced del óxido, la herrumbre y la carcoma. Algunos desaprensivos rompieron el viejo reloj del siglo XIX que se conservaba colgado en el andén, y esparcieron por el suelo numerosos papeles color sepia que se hallaban guardados en las mesas de las Oficinas. Y así, despacio, muy despacio, todas las cosas fueron muriendo inevitablemente.
Menos mal que algunos vagones de viajeros de los más lujosos (que estaban estacionados sobre vías muertas), fueron rescatados a tiempo por la Fundación Río Tinto y catalogados posteriormente como piezas ferroviarias de museo.

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