martes, 16 de octubre de 2012

Requiém por la mina XIII (por Antonio Perejil Delay)



La Mina (Foto: A.P.D) 
XIII

El último balón de oxígeno que le inyectaron a La Mina fue una cabina telefónica, que estaba situada al borde del antiguo casino que aún quedaba en esta población a principios de los años setenta. Pero ya, entonces, todos sus órganos vitales estaban tan dañados, que una hipotética reanimación social resultaba inviable e imposible. La cabina se parecía a un extraño habitáculo con paredes de cristal (pero vacío casi siempre), donde de vez en cuando podía escucharse la voz entrecortada y lastimera de cualquier mujer senil, mandándole besos a los hijos que tenía en Barcelona. Por aquella cabina moribunda no pasaban al día más de dos o tres personas, por la única razón de que en el pueblo sólo habitaban un total de quince o veinte…Y las cartas llegaban tan de tarde en tarde, que a veces, las personas a las que venían dirigidas esas cartas habían muerto o emigrado desde hacía tiempo.

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