lunes, 13 de febrero de 2012

Requiem por La Mina V. (Por Antonio Perejil Delay)


La Mina Pueblo. (Foto: A.P.D)


V


En 1970, los últimos hombres que había sentados en aquellos bancos de fundición mohosa que la Compañía mandó poner en una nueva plaza (cuando el Filón Sur se tragó las casas de más de medio pueblo de La Mina), eran unos cuantos ancianos con las caras mordidas por los dientes de la silicosis, que simplemente se limitaban a tomar el frío sol de invierno, embutidos en esas pellizas centenarias con olor a ropa guardada en los baúles. Y estaban tristes, porque sabían que el mecanismo que hacía girar las agujas en los relojes de sus corazones, podía fallarles en cualquier momento, lo mismo que los árboles cuando se secan.
Sin embargo, querían seguir allí, recordando sus historias personales; y doliéndose, quizás, de las múltiples heridas que aquella Compañía inglesa les había ocasionado a lo largo de sus vidas.


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