La Atalaya.
De todos los poblados mineros desaparecidos en la geografía onubense, La Atalaya ocupa el segundo lugar en importancia, después del pueblo viejo de Minas de Riotinto. Los orígenes de este poblado se remontan a los años 1887-1888, donde aparece ya como barrio del pueblo matriz, con 257 edificios y 823 habitantes. La finalidad de este barrio era albergar a los numerosos obreros que trabajaban en la explotación subterránea de la masa San Dionisio. Inicialmente las casas estaban bastante retiradas, a poniente de las labores de extracción, pero cuando se inicio el desmonte de la gran corta a cielo abierto, a partir de 1907, el poblado quedó practicamente al filo de esta explotación. Y así se mantuvo durante muchos años , hasta 1970 en que se amplió la Corta y hubo que destruirlo totalmente un año mas tarde. Ya en la última década de supervivencia, venían observándose claros síntomas de deterioro, pues su escasa proximidad a las labores, unido al arranque con voladuras cada día mayores, hacía que se produjesen con bastante frecuencia roturas de cristales, así como grietas en los tabiques y en los cielos rasos de las casas.
El mayor índice de crecimiento de La Atalaya se produjo sobre 1910, cuando la explotación de la corta a cielo abierto alcanzaba sus mayores cotas de prosperidad. El número de habitantes ese año (1.472) casi duplica la población de 1888. Pero en cambio no se observa el mismo ritmo de crecimiento de viviendas, que suman 305 frente a las 257 de 1888. Lo cual hace suponer que durante esa década los moradores de esta barriada, convertida en Aldea de Riotinto años más tarde, vivirían más hacinados que sus predecesores.
Las viviendas de la parte Norte estaban dispuestas en sentido Este-Oeste; y las de la parte Sur , en sentido perpendicular a aquellas. En el cuadrante noroeste había una plaza pública. En 1960, diez años antes de su total despoblamiento, La Atalaya tenía 994 habitantes. En la actualidad pueden verse todavía las fantasmales ruinas de esta aldea, presidiendo el filo oeste de la Corta (ya inactiva), que durante muchos años fue la mayor explotación a cielo abierto del mundo.
Panorámica de la Corta Atalaya, en la cual puede contemplarse en el ángulo superior derecho, el poblado de "La Atalaya", antes de su desaparición.
El mayor índice de crecimiento de La Atalaya se produjo sobre 1910, cuando la explotación de la corta a cielo abierto alcanzaba sus mayores cotas de prosperidad. El número de habitantes ese año (1.472) casi duplica la población de 1888. Pero en cambio no se observa el mismo ritmo de crecimiento de viviendas, que suman 305 frente a las 257 de 1888. Lo cual hace suponer que durante esa década los moradores de esta barriada, convertida en Aldea de Riotinto años más tarde, vivirían más hacinados que sus predecesores.
Las viviendas de la parte Norte estaban dispuestas en sentido Este-Oeste; y las de la parte Sur , en sentido perpendicular a aquellas. En el cuadrante noroeste había una plaza pública. En 1960, diez años antes de su total despoblamiento, La Atalaya tenía 994 habitantes. En la actualidad pueden verse todavía las fantasmales ruinas de esta aldea, presidiendo el filo oeste de la Corta (ya inactiva), que durante muchos años fue la mayor explotación a cielo abierto del mundo.
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