miércoles, 10 de febrero de 2021

Hasta siempre, poeta minero (III). Escritor e investigador comprometido

 Por Carmen Alcázar

(Anterior: parte II, pincha AQUÍ)

Mucho se ha hablado ya del Antonio escritor, del investigador constantemente comprometido con la historia de su pueblo natal y de los que él sentía como suyos, es decir, de Nerva y la Cuenca Minera de Ríotinto pero también con sus tierras de adopción Gerena, Aznalcóllar y La Granada, su Alfilla, como prueban sus obras: La Granada, un pueblo entre la sierra y la mina, a principio de los dos mil y Auge y declive de las canteras de granito de Gerena en 2013.  Con todos ellos, Perejil mantuvo una constante colaboración cultural y social y por eso no pudieron faltar alcaldes y representantes que le dedicaron unas breves y sentidas palabras en el atril: José Antonio Ayala, alcalde de Nerva, donde nació, se crió y de la que estaba profundamente enamorado; de Aznalcóllar, disculpando a ausencia de su alcalde, Juan José Fernández Garrido,  amigo y compañero en la mina, participó otro amigo minero de los años de Boliden, Francisco Gago; de Gerena,  pueblo que lo acogió y donde Antonio formó su familia estuvieron presentes el amigo Álvaro Arias y  del concejal de Relaciones Intitucionales, Juan Manuel Illacucci, para recordarle; y la concejal, Jacoba Sánchez y su alcalde, José Justo Martín, de La Granada de Riotinto, entre la sierra y la mina, el pueblo  de la mujer de su vida, su paraíso de cal y donde ya descansa para siempre. 


Él mismo nos retrataba esta faceta suya  de investigador de la historia local en el digital Tinto  Noticias: “Mi pasión por la historia empezó más tardíamente. Mis primeras colaboraciones aparecieron en las revistas Nervae de aquella época. Aunque me gusta la historia, en su sentido más amplio, siempre he mostrado mis preferencias por los temas ferroviarios y mineros. La historia de la minería de Huelva me ha apasionado desde siempre y sigue presionándome debido, quizás, a mis raíces mineras. Casi siempre me ha dado por investigar asuntos relacionados con la historia de la minería de Huelva y, más concretamente, sobre la minería de Río Tinto. Pero también me gustan las historias de vida de algunos personajes populares que dejaron sus huellas en la memoria colectiva de las gentes de mi pueblo”.

Con amigos de ruta
Estación Berrocal 2018.
Y así, tal y como nos contaba Antonio, su obra escrita sobre nuestra historia es inagotable, tanto lo publicado como mucho más lo que dejó inédito o aún sin acabar y en los que andaba trabajando tiempo antes de morir,  como muchos amigos bien conocen. Y siempre alumbrado por una pasión instalada en el ADN, ese que compartimos en estas tierras “esa cruz roja de cobre fundido que me grabaron a fuego los antepasados míos”, que radiografiaba en sus versos. 

Perejil y el Ferrocarril 
Y precisamente por mi ADN, de hija de minero y nieta de ferroviario, viene mi relación con él en esta faceta. Supongo que conocía a Antonio de toda la vida, aunque por la diferencia de edad yo ni lo recuerde.  Era amigo de mi familia, de mi abuelo Paco y de mi padre, vecino de la calle Augusto, unidos de por vida en esa pasión minera y ferroviaria que los movía siempre, Pero sería a raíz crear el blog de La Factoría cuando tuve una relación más constante y directa con él. Muchas veces lo comentamos mi padre y yo, nuestro Antonio Perejil era el colaborador más prolífico, el que más enriquecía nuestro espacio con sus artículos de calidad, bien documentados, contrastados y llenos de enjundia en cada letra. A veces era mi padre quien con su permiso subía sus trabajos más significativos, otras era él quien nos los pasaba al calor de algún hecho o alguna colaboración que surgía:  recuerdo sus versos al Malacate Planes o al Puente Carretera por las plumillas de Martín Gálvez, sus versos en el homenaje de mi abuelo, o ante la denuncia de la dejadez de nuestro patrimonio industrial y minero… Antonio siempre estaba, para todo.  Y ahora que La Factoría lleva en el andén bastante tiempo, y por si vuelve a ponerse en marcha,  estoy segura, ya no será la misma sin él. 

Presentación Nervae 2018
Y tampoco lo será la revista Nervae. Porque si digo que era el más prolífico de La Factoría, aún lo fue más en Nervae cada agosto, en la que encontraba siempre el mejor escaparate para sus trabajos, que preparaba cada año con mucho tiempo, entusiasmado con cada nuevo número, como bien sabe el técnico municipal Rafael Fernández a quien llamaba mil veces para sus colaboraciones.  Si repasamos Nervae, es uno de los colaboradores más veteranos de esta publicación, desde los 90 y hasta el último número de 2019, a veces con mucho más de un artículo por año:  “Ahí estabas tú, para recoger la historia perdida y evocar los sentimientos de las aldeas perdidas... Queda la labor hecha a mano, lo que dormita se inmortaliza en pergamino, cual chirriar de vagones “rugentos” en aranceles de vías muertas, el estrepitar de los barrenos, el bostezar de las mañanas, el calor de las siestas, la sinfonía melódica de un afilador, el pregonar de melones y sandías, el crujir de los vidrios de la fábrica de gaseosas, los queseros con sus ventas, el burro con los barriles de aceitunas, el que las iba vendiendo, los barquillos de canela, los gitanitos pidiendo, los higos de aquellas huertAs… la nieve vendida en bloque, canasto de gurumelos, el cante por sevillanas, la esquina de “EL Helaero”, el grito de “El Che Guevara”, aquel aguardiente eterno y nuestra filosofía siempre hablando y diciendo…

Juan Francisco Román
Así explicó este aspecto el amigo Juan Francisco Román, con quien Antonio conversaba a menudo sobre su inquietudes y la Nerva de sus amores. De sus charlas, partieron incluso  algunas de sus  investigaciones, como la que después se materializaría en el libro  Egocheaga: un líder sindical bajo sospecha. “Antonio se nos fue lamentablemente aquella fría tarde, aún cuando los senderos de estrellas no alumbraban los caminos por las sendas del mineral. La vida que a veces se nos convierte en tragedia y se nos precipita al igual que las sales del hierro en el agua, buscando la profundidad en los caminos del cobre”, entonaba emocionado Román en una prosa poética rota de dolor en la dureza de la ausencia del poeta. 

De su pasión e interés por los temas de historia local, y sobre todo relacionados con el ferrocarril y la minería del suroeste ibérico, lo llevaría auspiciado por la Asociación Amigos del Ferrocarril Cuenca Minera de Riotinto, a publicar sus dos primeros libros en los 90:  Ferrocarriles mineros  de la provincia de Huelva y Catálogo de Poblaciones Mineras fallecidas en la provincia de Huelva. Algo después le seguiría Historia y actualidad del Ferrocarril Zafra- Huelva y más tarde escribiría El Ferrocarril de Aznalcóllar al río Guadalquivir.  El presidente de dicha asociación Luis Pérez Dorado destacó “su implicación y preocupación por la entidad desde el comienzo,  abierto siempre a colaborar y siempre fue un elemento cohesionador y pacificador en momentos de tensión”. 

Además de con el Ferrocarril, hace unos años, Antonio colabora con Asociación Mina de Herrerías, a quienes dona unos documentos para su archivo de incalculable valor. Es esta entidad quien después publicaría su Romancero del Tinto, para  satisfacción de Antonio  quien llevaba con ese poemario tan nuestro  demasiados años esperando en un cajón. De hecho, para este acto, dicha asociación andevaleña publicó una segunda edición de su poemario para quien quisiera adquirirlo a un precio simbólico y sin ninguna intención lucrativa. “Ha sido un honor contar Antonio como amigo y como colaborador, quien todo lo que tenía de grande físicamente, lo tenía de humano”, destacó Pepe Suárez, presidente de Mina Herrerías. 


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