lunes, 16 de febrero de 2015

Homenaje a Concha Espina. Por A. Perejil Delay





(en el umbral del 60 aniversario de su muerte)


ESAS legiones de seres,
famélicos, esclavizados, oprimidos
-y sin embargo, aspirantes a una vida digna-
que tú inmortalizaste
en El Metal de los Muertos,
aún siguen palpitando
como si estuvieran vivos
en la memoria colectiva
de miles y miles de mineros.
Todos esos seres que se alimentaban
diariamente con el pan del cobre
y trepaban angustiados
por las páginas de tu mejor novela,
dejando el rastro de sus vidas
en los cobrizos infiernos,
aún viven en las negras oquedades
de los capítulos más dolorosos
de tu Metal de los Muertos.
Los descendientes
de los viejos mineros de Río Tinto
apenas recuerdan aquellos renglones de ficción
por donde corrió la sangre obrera
en mil ochocientos ochenta y ocho
y mil novecientos diecisiete.
Pero nos queda el recuerdo imborrable
de aquellos hombres valientes
cuyas vidas quedaron perpetuadas
en una mohosa cruz de mármol,
sobre el yermo paisaje de esta tierra roja
que ninguna escritora como tú
acertó a describir tan magistralmente.

Antonio Perejil Delay 
Gerena, 11 de febrero de 2015

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