lunes, 16 de febrero de 2015

El nervense Miguel Ángel Collado logra el Áccésit Testimonio Histórico en el Manuel Nevado Madrid

M.A. Collado 
Hace unos meses anunciábamos aquí en La Factoría la convocatoria de un concurso de relatos mineros Manuel Nevado Madrid, organizado por la Fundación Juan Muñiz Zapico (afin a CCOO).  Y entre los microrrelatos premiados, uno nuestro, de la Cuenca Minera de Riotinto: "Empezaba a refrescar. Una historia real" del nervense Miguel Ángel Collado Aguilar, que ha logrado el segundo accésit testimonio minero (relativo a hechos reales o acontecimientos históricos) y en la que cuenta un episodio de represión franquista en Nerva.  Miguel Ángel Collado Aguilar (Nerva, 1983) es licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y Máster Iberoamericano en Historia Comparada por la Universidad de Huelva. Comprometido con su tierra, es militante activo desde hace años de la Asamblea Local de IU Nerva, de la que es coordinador desde 2012. 

Desde La Factoría, nuestra más sincera enhorabuena y te animamos a seguir escribiendo - ya sean microrrelatos o en otro tipo de géneros- episodios de nuestra historia.

Accésit testimonio histórico
EMPEZABA A REFRESCAR
Una historia real
Miguel Ángel Collado Aguilar

Ya empezaba a refrescar, era el 3 octubre de 1938 y el calor que castigaba a aquel pueblo minero durante los meses de verano iba arreciando. Eran las nueve de la noche y la oscuridad era dueña de las calles de Nerva; de unas calles que seguían llorando en silencio a los 1.500 muertos que habían dejado tras de sí quienes, el 26 de agosto de 1936, entraron en el pueblo gritando -¿Dónde están los mineros marxistas de Nerva?- y despachando a tiros a cualquiera que se encontrara en la calle...

Dos años habían pasado ya, dos años de llantos a puerta cerrada; dos años de mutismo, de cruces, de pólvora; dos años negros de desesperanza y miedo...

Un niño y su hermana, Manuel y María, pasaban por un decrépito llano que, en tiempos mejores, había servido para la proyección de unas películas que llenaban de color las calurosas noches de agosto del castigado poblado minero. Todavía podían verse, en aquel llano, las consecuencias de las bombas que los aviones de Queipo habían lanzado sobre la gente de Nerva, como precediendo el desastre...

Una mano interrumpió la marcha de Manuel, era el cabo de la Guardia municipal, que había conseguido su trabajo después de que los mineros fracasaran en su huelga revolucionaria de 1934 y de que el alcalde y los concejales fueran encarcelados y sustituidos por los mismos de antes... por los mismos de siempre...

Allí mismo los registró; llevaban kilo y medio de pan, doce sardinas embarricás, café y azúcar. Una mujer se acerca y, cuando ve al guardia, se da la vuelta e intenta huir; pero era tarde y el funcionario municipal la detiene también a ella; Rosario llevaba un mono color caqui, como de minero, y dos kilos de pan. La tragedia estaba servida... Rosario dijo que el mono y el pan los llevaba a casa del padre de los niños para que el menor lo entregara a su marido que, como otro hermano de Manuel y María, se encontraba huido en las sierras que cercaban al pueblo minero. (...)

Puedes leer el relato completo en la Fundación Juan Muñíz Zapico, pinchando AQUÍ

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