lunes, 14 de mayo de 2012

Ferrocarriles y Minas: Los Sectores de Inversión de los Capitales Extranjeros (I)

EXPLOTACIONES MINERAS

La riqueza metalífera ha permitido que desde la antigüedad numerosos pueblos y civilizaciones, se establecieran en el Andévalo onubense para la explotación de sus minas.
El origen de los primeros asentamientos se remontan, al menos al III milenio a. C., estas primeras explotaciones eran muy rudimentarias y se limitaban a la explotación de las afloraciones superficiales de minerales como la malaquita y la  azurita.
Tenemos numerosos vestigios culturales desde la Edad del Bronce hasta griegos y fenicios, pero es sin duda la civilización romana, la que durante más tiempo explotó los ricos yacimientos  onubenses.
Pero no es hasta la época contemporánea, cuando se produce verdaderamente la transformación a gran escala del medio físico. 

De sobra es conocida, la importancia que la actividad minera de la provincia de Huelva, ha representado tradicionalmente para la economía española y mundial. De sus criaderos, salieron la mayor parte de cobre y sobre todo de piritas que iban hacer posible la transformación industrial, en dos de los sectores más relevantes, la electricidad y la industria química, contribuyendo notablemente al proceso de industrialización mundial desde mediados de s. XIX.

La época dorada de la minería onubense, tendríamos que situarla en las últimas décadas del s. XIX,  para a partir de entonces emprender un paulatino descenso continuado.

A principios de la última década del siglo XIX, las producciones de cobre de EE.UU., España y Chile eran parejas, hasta 1908 España, gracias a la minería onubense, se situaba la tercera entre los países productores de cobre del mundo, sólo superada por EE.UU y México a partir de 1903.
Las minas de Rio Tinto en 1907 producían 33.299.436 toneladas de cobre fino, que la colocaba en el cuarto productor de cobre mundial. Tharsis era el número cincuenta y dos con 4.544.064 toneladas. Mucho más atrás encontramos las minas de Tinto, Santa Rosa, Peña del Hierro, Castillo Buitrón, Herrerías, Esperanza, Cabeza del Pasto, etc. ya detrás, a nivel individual, de las minas sevillanas (STEVENS Pág. 1586-1589).

En 1901, el informe oficial de España señaló que había unas 271 minas de cobre productivas en la provincia de Huelva, pero en muchos casos estas explotaciones se contaban por separado, aunque estaban bajo el mando de una sola compañía, de ahí que el número real de productores fuese más pequeño, incluyendo sólo una docena de compañías que tenían una producción realmente importante. (Stevens, pag.246).

Pero la mayoría de ellas, eran explotadas como consecuencia de la intervención del capital extranjero, debido a la crisis económica del estado español y el déficit inversor de los capitales españoles.

De forma generalizada, es asumido  por los historiadores, la crisis económica y financiera del estado español bajo el reinado de Isabel II.

 La reina Isabel II

Durante gran parte del siglo XIX, la economía española había estado considerada generalmente como atrasada como consecuencia del bajo desarrollo industrial que estaba nuestro país.
Las continuas guerras con que la Corona se veía envuelta habían causado la ruina del Erario Público. Esto unido a la perdida de las colonias americanas habían supuesto casi la perdida definitiva del circulante necesario para la inversión, por lo que la mayoría de establecimientos industriales, mineros y agrícolas estaban abandonados.

A esto habría que añadir la mala gestión de los gobernantes españoles, entre 1868 y 1915, hubo cincuenta y ocho gobiernos, que propiciaron un caos administrativo. (TORTELLA-2000).

No obstante había unas posibilidades de inversión asombrosas, se decía de España que era un país rico con unas infraestructuras pobres. 

La recuperación se va a producir a partir de 1843, coincidiendo con el acceso al trono de Isabel II, fundamentalmente por dos motivos, el primero, de carácter económico e industrial, la progresiva utilización del cobre para la industria del sector eléctrico y de transportes; y sobre todo la utilización del azufre para la obtención del ácido sulfúrico, primordial en la industria química y de fertilizantes. Y en segundo lugar por que la legislación va a ser más liberal y por tanto más receptiva de capitales privados. 

El azufre que tradicionalmente se venía utilizando para la obtención de ácido sulfúrico era el zolfo siciliano, que era un tipo de azufre nativo arrojado por los volcanes;  por el contrario el azufre contenido en las  piritas  era desechado. 

No es hasta 1833, cuando el francés Perret, muestra que el azufre contenido en las piritas es aprovechable. En 1839 Thomas Farneer y Wick Low, utilizaron el azufre contenido en las piritas, como base para la obtención de ácido sulfúrico. Pero el paso definitivo para su rentabilización económica, se produjo en 1859, cuando el sueco Henderson, consigue extraer cobre de las piritas desulfuradas.

 Pascual Madoz, promulgo la Ley de Desamortización General.

En cuanto a la legislación, con el gobierno de Espartero (Bienio Progresista 1854-1856), se van a promulgar las leyes de Desamortización General de Pascual Madoz, que entre otras cosas iba a permitir la venta de las minas más importante de la Corona, las minas de Rio Tinto; la ley General de Ferrocarriles de 1855 y la ley del Crédito y Finanzas, para estimular  el capitalismo español contemporáneo. Pero a pesar de la legislación liberal de 1856, en la provincia de Huelva, el capital que llega es, casi en su totalidad foráneo, no ocurre así para el resto de España, que al menos el 40% de la inversión para la construcción de ferrocarriles fue nacional.

La culminación legislativa para la llegada de capitales extranjeros se va a producir con la promulgación de la ley de bases de 1868, ley muy favorable que otorgaba la concesión minera a perpetuidad, por lo que venía a ser como  hacerlos propietarios del subsuelo. 

Sea como fuere la reactivación económica española se va a producir, sobre todo, como consecuencia de la canalización de las inversiones extranjeras en la construcción del trazado de la red de ferrocarril, y en determinados sectores industriales y mineros.

 Pozo y malacate en la mina Säo Domingos, en Portugal. Foto de Wilkipedia.

La nacionalidad del capital que va a llegar a las minas onubenses va ser fundamentalmente ingles y francés. Inglaterra a mediados del siglo XIX había agotado casi la totalidad de sus minas de cobre, no hay que olvidar que se está produciendo desde principios de siglo la revolución industrial, por lo que se lanza a la búsqueda de materias primas por todo el mundo para abastecer sus industrias metalúrgicas y de ácido sulfúrico. Una vez certificado la crisis del azufre italiano, las piritas españolas, que son las más sulfuradas, se convirtieron en el objetivo principal de los productores mundiales de ácido sulfúrico, no teniendo competidor al menos hasta la segunda década del siglo XX, cuando entran en escenas las minas americanas con su azufre nativo o brimstone.

 Mina La Chaparrita, cercana a Peña del Hierro, ambas en el término municipal de Nerva. Foto del Blog encontramina.

Por lo que a partir de 1849 financieros europeos del sector, comienzan a comprar y arrendar las minas de la Faja Pirítica del SW Ibérico. Por lo que las empresas mineras y por ende, las compañías ferroviarias, fueron unos de los sectores más atrayentes y por tanto receptores del capital extranjero.
Así pues desde mediados de siglo XIX se produce lo que Flores Caballero, ha denominado la fiebre minera del Suroeste ibérico, ya en 1850 tenemos noticias de la explotación de las minas portuguesas de Santo Domingo por Mason & Barry, y las minas onubenses de San Miguel, Chaparrita, Concepción, Tinto, Esperanza, Poderosa, Peña del Hierro; asi como la mina sevillana La Admirable.
Se producen numerosas visitas de reconocimiento de técnicos, por los criaderos onubenses, por ejemplo en 1851 Eduardo Oliver Mamby, es enviado por un grupo de financieros británicos.
En 1853 Deligny denuncia 45 minas entre las  que destacan Tharsis, La Herrería, Cueva de la Mora, San Telmo, La Zorra, Poyatos, Sierra Vicaria, Calañas, etc.

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