EXPLOTACIONES MINERAS
La riqueza metalífera ha permitido que desde la antigüedad numerosos pueblos y
civilizaciones, se establecieran en el Andévalo onubense para la explotación de
sus minas.
El
origen de los primeros asentamientos se remontan, al menos al III milenio a.
C., estas primeras explotaciones eran muy rudimentarias y se limitaban a la explotación
de las afloraciones superficiales de minerales como la malaquita y la azurita.
Tenemos
numerosos vestigios culturales desde la Edad del Bronce hasta griegos y
fenicios, pero es sin duda la civilización romana, la que durante más tiempo
explotó los ricos yacimientos onubenses.
Pero
no es hasta la época contemporánea, cuando se produce verdaderamente la
transformación a gran escala del medio físico.
De sobra es conocida, la importancia que la
actividad minera de la provincia de Huelva, ha representado tradicionalmente
para la economía española y mundial. De sus criaderos, salieron la mayor parte
de cobre y sobre todo de piritas que iban hacer posible la transformación
industrial, en dos de los sectores más relevantes, la electricidad y la industria
química, contribuyendo notablemente al proceso de industrialización mundial
desde mediados de s. XIX.
La época dorada de la minería onubense, tendríamos
que situarla en las últimas décadas del s. XIX,
para a partir de entonces emprender un paulatino descenso continuado.
A principios de la última década del siglo XIX, las
producciones de cobre de EE.UU., España y Chile eran parejas, hasta 1908
España, gracias a la minería onubense, se situaba la tercera entre los países
productores de cobre del mundo, sólo superada por EE.UU y México a partir de
1903.
Las minas de Rio Tinto en 1907 producían 33.299.436
toneladas de cobre fino, que la colocaba en el cuarto productor de cobre
mundial. Tharsis era el número cincuenta y dos con 4.544.064 toneladas. Mucho
más atrás encontramos las minas de Tinto, Santa Rosa, Peña del Hierro, Castillo
Buitrón, Herrerías, Esperanza, Cabeza del Pasto, etc. ya detrás, a nivel
individual, de las minas sevillanas (STEVENS Pág. 1586-1589).
En
1901, el informe oficial de España señaló que había unas 271 minas de cobre
productivas en la provincia de Huelva, pero en muchos casos estas explotaciones
se contaban por separado, aunque estaban bajo el mando de una sola compañía, de
ahí que el número real de productores fuese más pequeño, incluyendo sólo una
docena de compañías que tenían una producción realmente importante. (Stevens,
pag.246).
Pero
la mayoría de ellas, eran explotadas como consecuencia de la intervención del
capital extranjero, debido a la crisis económica del estado español y el
déficit inversor de los capitales españoles.
De forma
generalizada, es asumido por los
historiadores, la crisis
económica y financiera del estado español bajo el reinado de Isabel II.
La reina Isabel II
Durante gran parte del siglo XIX, la economía
española había estado considerada generalmente como atrasada como consecuencia
del bajo desarrollo industrial que estaba nuestro país.
Las continuas guerras con que la Corona se veía
envuelta habían causado la ruina del Erario Público. Esto unido a la perdida de
las colonias americanas habían supuesto casi la perdida definitiva del
circulante necesario para la inversión, por lo que la mayoría de
establecimientos industriales, mineros y agrícolas estaban abandonados.
A esto habría que añadir la mala gestión de los
gobernantes españoles, entre 1868 y 1915, hubo cincuenta y ocho gobiernos, que
propiciaron un caos administrativo. (TORTELLA-2000).
No obstante había unas posibilidades de
inversión asombrosas, se decía de España que era un país rico con unas
infraestructuras pobres.
La recuperación se va a producir a partir
de 1843, coincidiendo con el acceso al trono de Isabel II, fundamentalmente por
dos motivos, el primero, de carácter económico e industrial, la progresiva
utilización del cobre para la industria del sector eléctrico y de transportes;
y sobre todo la utilización del azufre para la obtención del ácido sulfúrico,
primordial en la industria química y de fertilizantes. Y en segundo lugar por
que la legislación va a ser más liberal y por tanto más receptiva de capitales
privados.
El azufre que tradicionalmente se venía
utilizando para la obtención de ácido sulfúrico era el zolfo siciliano, que era
un tipo de azufre nativo arrojado por los volcanes; por el contrario el azufre contenido en las piritas
era desechado.
No es hasta 1833, cuando el francés Perret,
muestra que el azufre contenido en las piritas es aprovechable. En 1839 Thomas
Farneer y Wick Low, utilizaron el azufre contenido en las piritas, como base
para la obtención de ácido sulfúrico. Pero el paso definitivo para su
rentabilización económica, se produjo en 1859, cuando el sueco Henderson,
consigue extraer cobre de las piritas desulfuradas.
Pascual Madoz, promulgo la Ley de Desamortización General.
En cuanto a la legislación, con el gobierno de Espartero (Bienio Progresista 1854-1856), se van a promulgar las leyes de Desamortización General de Pascual Madoz, que entre otras cosas iba a permitir la venta de las minas más importante de la Corona, las minas de Rio Tinto; la ley General de Ferrocarriles de 1855 y la ley del Crédito y Finanzas, para estimular el capitalismo español contemporáneo. Pero a pesar de la legislación liberal de 1856, en la provincia de Huelva, el capital que llega es, casi en su totalidad foráneo, no ocurre así para el resto de España, que al menos el 40% de la inversión para la construcción de ferrocarriles fue nacional.
La culminación legislativa para la llegada de
capitales extranjeros se va a producir con la promulgación de la ley de bases
de 1868, ley muy favorable que otorgaba la concesión minera a perpetuidad, por
lo que venía a ser como hacerlos
propietarios del subsuelo.
Sea como fuere la reactivación económica española se
va a producir, sobre todo, como consecuencia de la canalización de las
inversiones extranjeras en la construcción del trazado de la red de
ferrocarril, y en determinados sectores industriales y mineros.
Pozo y malacate en la mina Säo Domingos, en Portugal. Foto de Wilkipedia.
La nacionalidad del capital que va a llegar a las
minas onubenses va ser fundamentalmente ingles y francés. Inglaterra a mediados
del siglo XIX había agotado casi la totalidad de sus minas de cobre, no hay que
olvidar que se está produciendo desde principios de siglo la revolución
industrial, por lo que se lanza a la búsqueda de materias primas por todo el
mundo para abastecer sus industrias metalúrgicas y de ácido sulfúrico. Una vez
certificado la crisis del azufre italiano, las piritas españolas, que son las
más sulfuradas, se convirtieron en el objetivo principal de los productores
mundiales de ácido sulfúrico, no teniendo competidor al menos hasta la segunda
década del siglo XX, cuando entran en escenas las minas americanas con su
azufre nativo o brimstone.
Mina La Chaparrita, cercana a Peña del Hierro, ambas en el término municipal de Nerva. Foto del Blog encontramina.
Por lo que a partir de 1849 financieros europeos del
sector, comienzan a comprar y arrendar las minas de la Faja Pirítica del SW
Ibérico. Por lo que las empresas mineras y por ende, las compañías
ferroviarias, fueron unos de los sectores más atrayentes y por tanto receptores
del capital extranjero.
Así pues desde mediados de siglo XIX se produce lo
que Flores Caballero, ha denominado la fiebre minera del Suroeste ibérico, ya
en 1850 tenemos noticias de la explotación de las minas portuguesas de Santo
Domingo por Mason & Barry, y las minas onubenses de San Miguel, Chaparrita, Concepción, Tinto, Esperanza, Poderosa, Peña del Hierro; asi como la mina
sevillana La Admirable.
Se producen numerosas visitas de reconocimiento de
técnicos, por los criaderos onubenses, por ejemplo en 1851 Eduardo Oliver
Mamby, es enviado por un grupo de financieros británicos.
En 1853 Deligny denuncia 45 minas entre las que destacan Tharsis, La Herrería, Cueva de
la Mora, San Telmo, La Zorra, Poyatos, Sierra Vicaria, Calañas, etc.
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