martes, 25 de enero de 2011

Estación de Nerva y Pozo Rotilio (por Martín Gálvez)

Plumilla Estación de Nerva y Pozo Rotilio (serie El principio del Fin), por Martín Gálvez. (*)

La estación de tren, punto de ebullición de idas y venidas de la gente de Nerva. Rojas tejas, entrada amplia, choques de maletas, penumbra, ventanillas y puertas pintadas de faro verde,... cristales ahumados y en el andén, olor a esperanzas, a desesperanzas y a humedad.
Al final de las vías, el depósito de agua para abastecer las sedientas locomotoras,... Locomotoras que avisaban mucho antes de su llegada desde el viejo campo de fútbol; los extintores en forma de cono esperaron toda una vida para ser usados.
A la izquierda, un pequeño huerto que habría hecho las delicias de mi padre, Felix Martín Acemel, de profesión "jefe de estación de ferrocarriles de vía estrecha" en la "Estación del Medio"; su ilusión, (vana ilusión), había sido vivir en este edificio, restaurarlo y disfrutar del pequeño huerto,…
Al frente, un muro con una puerta por la que se accedía al "vale", un edificio de oficinas donde todos los primeros de mes mi madre iba a recoger la escasa paga que la Compañía daba. Sólo se tenía acceso a unas ventanillas oscuras, donde apenas se podían ver los rasgos del administrador, solamente las manos que, con prontitud manejaba la nómina y el dinero y con un seco “¡Siguiente!” se despedía.
Separadas por unas barandas, dónde más de uno nos dejamos las crisma al intentar dar volteretas sobre ellas, al principio inconsolables lloros, pero en la lejanía se oía el pitar de la máquina de vapor,... Los últimos pucheros daban paso al disfrute de saber que el tren ha vuelto, lo que siempre me pareció ser algo mágico... con el andar del tiempo, esa magia se convirtió en tres cuadros de la serie "Andalucía":
"La estación", "Por un mendrugo de pan" y "El emigrante"; cuadros viajeros,... perdidos entre Alemania y Nueva Zelanda, a donde espero que hasta allí haya llegado el olor del vapor de la Estación de Nerva.
Al fondo, siempre vigilante el Pozo Rotilio: uno de los malacates más modernos de su época. malacate de muchas esperanzas y decepciones,…

Martín Gálvez

___________________

MARTÍN GÁLVEZ, (Nerva, 1957) es uno de los pintores nervenses más prolíficos con obras diseminadas por todo el mundo, desde Nueva York, China e incluso Nueva Zelanda; sin embargo es uno de los artistas menos conocidos en su tierra que recuerda con mucha nostalgia desde la ciudad de Úbeda, en la que reside de hace años. Admirador de pintores locales Vázquez Díaz y Fontenla, en su primera época pictórica sus profesores son Manuel Vázquez y su padre Félix Acemel. Más tarde los consejos de Monís Mora, Gilberto Benítez y José María Labrador le llevarán a su madurez artística en la que poco a poco los personajes han ido desapareciendo de sus cuadros, cada vez hay más símbolos, objetos cotidianos testigos mudos de devenir diario, de escenas que se pierden en la mente, nubladas por el recuerdo, reflejos sobre el distorsionado cristal, sonidos acompasados sobre el pavimento,.. cada vez más minimalista, enigmático, introvertido, le adjudicarán certeramente el honroso título de "pintor de la soledad". Sin embargo, a obra de este Artista, no se reduce a la pintura y abarca desde la escultura, carteles de cine, pasando por anagramas, logotipos, inventos y "a todo aquello en lo que se puede sentir la Creatividad". Colaborador de revistas, locutor de radio independiente, colabora con todo aquél que tenga iniciativas culturales y forma parte de Atenea XXI, y desde hoy dibuja sus recuerdos como colaborador de La Factoría.
La serie
El principio del fin contiene fotografías, diapositivas, óleos y plumillas, como la de este post. El mismo Martín Gálvez nos explica la serie: "Aunque viajero, siempre estaba atento a lo que pasaba por mi tierra. Le dije a mi padre cuando la explotación llegue a la Mina pueblo, llámame porque ya nada será igual: la sobreexplotación va ha hacer mella y todo cambiará,... él, (mi padre) me llamó y estuve seis meses trabajando incansablemente todos los días, incluso sábados y domingos, para dar testimonio (mi testimonio) de la época de los cambios, cuando todavía quedaban vestigios, (destrozados), de una época dorada,... era el principio de los años ochenta".

2 comentarios:

Juan Leante dijo...

Me parece un gran acierto utilizar el arte para dar a conocer desde otro ángulo de la historia de las minas y sus pueblos. Ese aire nostálgico que reflejan sus palabras, es junto con las pinturas, lo que más me ha impresionado.
Enhorabuena por vuestro trabajo. Se ve el esfuerzo que hacèis por mejorar cada día el conocimiento de las raíces de esta tierra.
Es una pena que la gente no se exprese en cada post que aparece. Cuando se hacen comentarios,(a favor o en contra)sirve a quien escribe para orientar sus pasos.
Saludos cordiales.

Carmen Alcázar dijo...

Gracias por tus palabras, como siempre Juan. Nuestra pretensión es mostrar nuestras raices mineras y ferroviarias desde todas las ópticas posibles, y por qué no también desde el arte...Y la verdad es que la colaboración de Martín Gálvez ha quedado preciosa,... Y lo mejor es que nos esperan muchas más maravillas de este ARTISTAZO por leer y admirar; todo un lujo para La Factoría,...

Un abrazo,..