Tras las fatídicas inundaciones del pasado diciembre, 2020 no está siendo un buen año en general, mucho menos para Nerva por muchísimos aspectos y no sólo me refiero a la incidencia maldito virus que ha trastocado todo nuestro mundo; 2020 está siendo un año triste y lleno de ausencias importantes en muchos ámbitos, sobre todo en cultura y arte, de nervenses que se marchan dejando una huella imborrable en todos y cada uno de los que los conocíamos, pero también un legado infinito para nuestra tierra que permanecerá más allá de nuestro tiempo. Antes de finalizar enero, nos sobresaltó su partida:
nos dejó Antonio Perejil Delay, un día antes de cumplir los 66 y cuya trágica muerte conmocionó a todos. Se fue nuestro poeta minero, el investigador incansable de nuestra historia cercana, la que escribía siempre de manera clara y sencilla en las páginas de esta revista cada año, rescatando del olvido lo cotidiano de nuestro pueblo, de su gran pasión: de su Nerva y su gente.
El pasado 7 de marzo se le rindió un sentido homenaje póstumo aquí, en su pueblo natal,
organizado por la Sociedad del Casino del Centro Cultural de Nerva, justo donde presentó dos años antes su último libro Recuerdos de mi Infancia.
Tuve entonces el honor de conducir y presentar dicho acto, eso sí, sobrellevando como buenamente pude la inmensa emoción que me suponía despedirme así de un hombre como él, tan grande en todas y cada una de sus muchas facetas: de un minero de siempre, comprometido y enamorado hasta la médula de esta tierra, sobre la que tanto investigaba y escribía; de un compañero de letras, con sus versos sencillos a lo que somos, al Tinto, a la Nerva de sus amores desde su infancia hasta hoy; de mi poeta minero, quien fotografiaba los paisajes mineros o cualquiera de los bellos rincones, sin demasiados filtros ni retoques, y a los que le gustaba retornar cuando podía con su familia; pero sobre todo, era el adiós de un buen amigo, de los que están ahí siempre y que te dejan una ausencia infinita tan profunda y tan honda que te paraliza hasta los dedos para escribir palabras de despedida el día de su marcha; que te vuelve tan incrédula que incluso ese 7 de marzo que nunca hubiera querido que llegara, sentada en la mesa presidencial del homenaje, miré en varias ocasiones a la puerta, preferiendo mil veces levantarme y verlo entrar ella, con su amplia sonrisa entre las barbas blancas, con esa fuerza que derrochaba, algo
“brutote” sí pero todo corazón, emocionándonos, escuchando su vozarrón y haciendo vibrar ese salón…
Desde que el presidente del Centro, Francisco José Vázquez, planteó el acto siempre tuvimos claro que debía estar a su altura, sencillo y grande como él era, recorriendo cada una de las facetas que desarrollaba Antonio, rodeado de amigos que nos lo recordaran, oliendo a su mina y a su río, emocionándonos con sus fotografías, recorriendo su pecho malogrado a golpe de poesía y música.
Y, así, no podía ser de otra manera, quedó un acto inolvidable, lleno emociones intensas, cuidando cada detalle sin faltarnos nadie: allí nos dimos cita su abnegada familia, su mujer Jacoba, su hija Bárbara y sus hermanos, haciendo tripas corazón y aguantando las lágrimas; sus amigos de siempre y compañeros de la SAFA, muchos con los que recorría y visitaba el entorno minero; alcaldes y representantes de sus pueblos Nerva, Aznalcóllar, Gerena y La Granada de Riotinto; las asociaciones con las que colaboraba asiduamente; y muchos compañeros de investigaciones e historia de la tierra, escritores, poetas, fotógrafos y músicos que no pudieron negarse a rendirle tributo. Prueba del cariño y la admiración que despertaba Perejil Delay, surgieron varias intervenciones de manera espontánea aquella tarde: como la del paisano Rafael Martínez de Nerva, quien nos acompañó durante todo el acto con su guitarra improvisando acordes emocionados para cada participante o el músico andevaleño Alonso Pérez que nos deleitó con un poema musicado dedicado al poeta minero. A ambos, les agradezco especialmente desde estas páginas su aportación impecable. En su memoria, y siguiendo el esquema del primer acto- homenaje de los muchos que – estoy segura- vendrán alrededor su figura, rescato para esta edición los testimonios, los poemas y todas las palabras vividas y sentidas con las que aquel día recordamos a Antonio Perejil Delay en nuestra Nerva.
(Nota: Con motivo del primer aniversario de la muerte de Perejil Delay, y como columna vertebral del homenaje del blog La Factoría que comenzamos hoy. publicamos de manera íntegra y por `partes el artículo realizado para Nervae de 2020 que por motivos ajenos a la autora finalmente no se publicó. )
Inolvidable el día vivido con tanta emoción, enhorabuena a Carmen Alcázar por lo bien que lo hiciste y a todos los demás que leyeron. Mucho ánimo a toda su familia y un beso al cielo de una gran admiradora, su alumna, como me decía.
ResponderEliminarImpresionante y muy elaborado homenaje a nuestro querido amigo Antonio.Enhorabuena por el curro que te diste.
ResponderEliminarLástima del Poeta Minero que se fue, como de las fotografías que realizó. Ese día de su homenaje, Carmen, fue muy bonito, entrañable, emotivo y bien dirigido por ti. Siempre le recordaremos, porque otra de las facetas que tenía era lo buen amigo que ejercía.
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