La semana pasaba lentamente y los días se hacían eternos, pero al fin mañana era domingo. Como me pasaba todos los sábados, esa noche no dormí, esperando ansiosamente el último día de la semana,.... Había llegado el día; antes que tocase el escandaloso despertador ya estaba lavándome con jabón lagarto, ese jabón con el se lavaba, fregaba y hasta se hacía la colada. Mientras mi madre me preparaba el desayuno y la fiambrera de mi padre, de la calle venían aromas de jazmín y dama de noche que desaparecían al instante porque todo se inundaba ya de olor a café. En el mejunje de cebada sumergía, sin ganas, las enormes rebanadas de pan con manteca. Sin embargo, hoy no protestaba; tampoco protesté cuando mi madre me obligó a ponerme ese odioso pantalón corto, -era algo ridículo-, los zapatos nuevos que eran de Segarra, -esos si me molaban-, la camisa, una corbata que ya venía con el nudo hecho y que tenía un elástico que me pasaba con rapidez por la cabeza hasta el cuello,...magia y listo, ...ah, y una chaqueta, la de los domingos. Además, se empeñó en que me pusiese esa gorra que me daba la sensación de que me parecía a una bellota, porque me aplastaba el pelo y se notaban mas las orejas de soplillo,... Pero ese día, me dejé hacer,...
Mi madre me despidió con un beso en la frente, cogí la fiambrera y salí corriendo calle Julio Cesar, Calle Acije, Pi y Margal; de reojo, sin parar, miré para el Cerro de los Baños:Juany estaría todavía dormida. El día anterior estuvimos hablando hasta después que se encendiesen las luces… y todo para darme calabazas, eso si, de una forma muy educada y encima me regañaron. Calle Argentina, cantando y corriendo por la calle del Pilar abajo,... Aquel día en la fuente había poca gente y un solo burro abrevando. Ahí está, el Punto. "He tardado poco," pensé. En la estación de tren alguien remueve la tierra de el pequeño huerto con una azada que había al lado, todo con olor a humo y a carbón. Llegé de inmediato al Lavadero; domingo y había mujeres lavando. Ellas no entendían de fiestas, los monos del trabajo tenían que estar limpios toda la semana,...:
- Félix ¿dónde vas tan corriendo?.- ralenticé el paso,. Era Caty una amiga de la familia que siempre me cambiaba el nombre por el de mi padre-
- Voy a la Estación del Medio,...- contesté, y no esperé que hiciese más preguntas, seguí corriendo.Rodeé el campo de futbol. Tocaba ahora saltar las piedras para salvar el rio Tinto.,(en esa parte se divide en dos, ese invierno había llovido mucho y llegaba casi arriba),r Sorteé las primeras piedras; había pasado el primer tramo, anduve por el espacio árido hasta llegar al otro resto de rio. El seco lecho del río crujía al pasar, había como sales y azufre por todos lados. A mi izquierda, impasible, el Lazareto…-¡Qué respeto me ha dado siempre ese edificio!...Años más tarde escondería allí mis secretos,...
Y, otra vez a saltar sobre las piedras, ¡qué rápido iba el río!… si me mojaba sabía que tenía lio a la vuelta porque el enfado iba a ser de aúpa.
Y, otra vez a saltar sobre las piedras, ¡qué rápido iba el río!… si me mojaba sabía que tenía lio a la vuelta porque el enfado iba a ser de aúpa.
El dique estaba lleno, se reflejan el depósito de agua y dos enamorados dándose besitos por el camino cogidos de al mano,..."Pues yo no me veo ya tan pequeño, a mi también me gustaría…"- pensaba al verlos. Quedaba saltar una tubería gorda que siempre tenía fugas, y justo en la caida del agua era el único lugar donde crecía hierba.
'Gran Vía: Nerva- Riotinto', por Martín Gálvez. (2010)
El cruce. Parecía la 'Gran Vía: Nerva - Riotinto'; "no viene nadie, ningún coche, ningún camión, ninguna 'camioneta'… Era la hora de salir corriendo de nuevo. "Adiós", saludé con la mano al vigilante de al garita; "Adiós, Félix", me respondió, otro que me llama como le daba la gana.
El cruce. Parecía la 'Gran Vía: Nerva - Riotinto'; "no viene nadie, ningún coche, ningún camión, ninguna 'camioneta'… Era la hora de salir corriendo de nuevo. "Adiós", saludé con la mano al vigilante de al garita; "Adiós, Félix", me respondió, otro que me llama como le daba la gana.
Crucé por debajo de otro dique de aguas rojizas aunque ese mucho más pequeño; un montículo y ahí estaba: la Estación del Medio, y mi padre no me esperaba. "Seguro que llego antes de tiempo", pensé iluso,... No había dado ni tres pasos cuando mi padre apareció desde una de las oficina, -estaban la del Jefe de Estación y la de lo Factores Autorizados-, diciéndome "hola" con la mano. Entonces, esbocé una sonrisa que casi no me cabía en la cara.
Precioso Gálvez, me sorprendes cada día desde hace treinta y dos años. Gracias Papi...
ResponderEliminarPrecioso amigo,me has hecho recordar la muchas veces que hicimos ese camino,para ir de la escuela del Valle a Nerva,en aquel caluroso verano que tuvimos que hacer ese cursillo de dos largos meses, eso si en las oficinas de cochera siempre nos esperaba ese pichilin de agua fresca,que con Galvez Felix a la cabeza los oficinistas muy agradablemente nos ofrecían y después dirección al dique de agua agria a saltar de piedra en piedra, pero antes hacíamos de equilibristas por la gorda tubería negra.
ResponderEliminarEn fin amigo,que me gustan mucho tus plumillas, porque de lo que relatas muchas cosas las viví contigo. Un abrazo
Que recuerdos, que nostalgia y que sentimientos, que no sabría definir al leer tus reflexiones.
ResponderEliminarGracias por hacerme sentir, de alguien que en su niñez y adolescencia recorrió esos caminos entrañables en el tren de los mineros para ir a la SAFA de Riotinto a estudiar.
Todas las mañana En "La Estación del Medio, mi bicicleta sin frenos, subia conmigo al tren que que llevaba a los mineros a "contramina" para que al terminar las clases pudiera volver a casa (El Ventoso) en ella.