PARTE PRIMERA. ORIGENES Y EVOLUCION DE LOS POBLADOS MINEROS
1. Consideraciones previas.
Historiar uno a uno todos los asentamientos urbanos que surgieron alrededor de las minas onubenses, sería interminable, Esto significaría, en la práctica, tener que enumerar tantos Caseríos o aldeas como minas existentes.
Porque la verdad es que en todos los lugares donde hubo un yacimiento pirítico o de manganeso, se edificaron viviendas para obreros en mayor o menor número, según los casos, Por tanto, para que este trabajo no tenga un carácter tan rigurosamente innecesario, he tratado de reunir; por un lado, los poblamientos abandonados y/o desaparecidos, que tuvieron más de un centenar de habitantes. Y a continuación, una muestra de otros caseríos de menor importancia, ubicados en distintos lugares de la geografía onubense.
Para comprender en toda su extensión el fenómeno poblacional en las minas onubenses, es preciso remontarse a mediados del siglo XIX o a principios del XX. Prácticamente, todas las minas de cobre y manganeso, empezaron a explotarse por esa época; y a medida que las explotaciones eran más o menos importantes. iban surgiendo núcleos de población en la proximidad de las minas, para albergar a los trabajadores y a sus familias. Al ser tan numerosos los criaderos de manganeso y de pirita que existen en la provincia de Huelva, fue necesario construir un considerable número de poblamientos; pero al encontrarse estas poblaciones tan atomizadas y dispersas, era habitual que muchos de esos asentamientos mineros albergarán a muy pocos habitantes. De modo que cuando las minas más pequeñas fueron sucumbiendo, unas por falta de viabilidad económica y otras por agotamiento de sus minerales, sucumbieron también los poblados que había a su alrededor. Por tanto, es evidente que el número de poblados mineros fallecidos está muy por encima de los que han logrado sobrevivir a las continuas adversidades de la historia.
Otra cuestión a destacar es que dentro de la minería onubense, los poblados o caseríos en torno a las minas de manganeso, eran notablemente "inferiores" a sus homólogos de las explotaciones de pirita. Y todo ello debido a dos razones: 1º. Porque los criaderos de manganeso eran, por lo general, de dimensiones más reducidas que los de pirita. 2º. Porque las compañías que explotaban las minas de cobre, eran en su mayoría extranjeras, obtenían mayores beneficios y podían permitirse el lujo de construir poblados de mayor categoría.
Porque la verdad es que en todos los lugares donde hubo un yacimiento pirítico o de manganeso, se edificaron viviendas para obreros en mayor o menor número, según los casos, Por tanto, para que este trabajo no tenga un carácter tan rigurosamente innecesario, he tratado de reunir; por un lado, los poblamientos abandonados y/o desaparecidos, que tuvieron más de un centenar de habitantes. Y a continuación, una muestra de otros caseríos de menor importancia, ubicados en distintos lugares de la geografía onubense.
Para comprender en toda su extensión el fenómeno poblacional en las minas onubenses, es preciso remontarse a mediados del siglo XIX o a principios del XX. Prácticamente, todas las minas de cobre y manganeso, empezaron a explotarse por esa época; y a medida que las explotaciones eran más o menos importantes. iban surgiendo núcleos de población en la proximidad de las minas, para albergar a los trabajadores y a sus familias. Al ser tan numerosos los criaderos de manganeso y de pirita que existen en la provincia de Huelva, fue necesario construir un considerable número de poblamientos; pero al encontrarse estas poblaciones tan atomizadas y dispersas, era habitual que muchos de esos asentamientos mineros albergarán a muy pocos habitantes. De modo que cuando las minas más pequeñas fueron sucumbiendo, unas por falta de viabilidad económica y otras por agotamiento de sus minerales, sucumbieron también los poblados que había a su alrededor. Por tanto, es evidente que el número de poblados mineros fallecidos está muy por encima de los que han logrado sobrevivir a las continuas adversidades de la historia.
Otra cuestión a destacar es que dentro de la minería onubense, los poblados o caseríos en torno a las minas de manganeso, eran notablemente "inferiores" a sus homólogos de las explotaciones de pirita. Y todo ello debido a dos razones: 1º. Porque los criaderos de manganeso eran, por lo general, de dimensiones más reducidas que los de pirita. 2º. Porque las compañías que explotaban las minas de cobre, eran en su mayoría extranjeras, obtenían mayores beneficios y podían permitirse el lujo de construir poblados de mayor categoría.
2. Las primeras construcciones y los rasgos arquitectónicos comunes.
Los primeros edificios mineros de la provincia de Huelva, fueron construidos en Riotinto, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Posteriormente comenzaron a poblarse casi de forma simultanea; Tharsis, La Zarza, Castillo de Buitrón, Cabezas del Pasto, Monte Romero...etc. Estas viviendas antiguas consistían en simples habitáculos, por lo general muy reducidos y sin ningún tipo de comodidades. Los materiales empleados eran de escasa calidad; pues para el levantamiento de los muros se empleaban pizarras, tapias y rocas porfídicas de los alrededores de las minas, el elemento de unión más empleado era el barro. el mortero de cemento y los ladrillos sólo se utilizaban en el contorneado interior de puertas y ventanas. Los suelos podían ser de lajas, guijarros o rústicas baldosas de barro cocido in situ. En algunos poblados, los suelos eran de la misma tierra que el solar que ocupaban las viviendas.
Todas las casas se alineaban en monótonos grupos, prácticamente semejantes y uno de los rasgos más comunes era la falta de espacio y de ventilación, pues sólo disponían de pequeñas ventanas en las paredes que daban a la calle. A consecuencia de este cerramiento casi total de las viviendas, la iluminación resultaba bastante deficiente. Las chimeneas también eran un rasgo arquitectónico común entre las casas de entonces; porque el único elemento que servía para cocinar y calentarse cuando hacía frio, era el fuego. El gas y la electricidad eran todavía impensables.
Las techumbres se hacían todas con tablas apuntilladas sobre los clásicos maderos de pino o eucalipto del país; aunque algunas compañías más pudientes (Riotinto y Tharsis, sobre todo), importaban madera d erija de los bosques escoceses. Las tejas empleadas eran por lo general del tipo árabe; pero en los poblamientos de Riotinto y Tharsis, también hubo especial predilección por la teja plana. Casi todas las paredes eran blanqueadas con cal y había un gusto especial por el color verde en los elementos exteriores de madera. Para hacer de comer, las casas disponían de poyos de manpostería, con uno o dos huecos para anafes y los combustibles más empleados eran la leña y el carbón de encina.
Los patios eran un elemento poco común entre las casas de los mineros debido a la escasa superficie que tenían. Solo las casas de los jefes estaban dotadas de este privilegio, así como de marquesinas y jardines con flores a la entrada.
Inicialmente, las casas tampoco disponían de agua corriente, ni de luz eléctrica. La mayor parte de las compañías, para subsanar este problema, montaban sus propios depósitos o fuentes públicas y las abastecían de sus diques, Para el alumbramiento nocturno se utilizaban los clásicos focos de carburo.
Como es lógico, con el paso del tiempo, se fue dotando a las viviendas de mayor espacio, fueron empleándose materiales de más calidad y fueron introduciéndose mejoras a medida que las empresas obtenían mayores beneficios. En relación con la supervivencia de algunas poblaciones mineras, se podía decir: "Dime cómo es el poblado y te diré cuál es la empresa que lo hizo". O dicho de otro modo: Dime qué empresa construyó el poblado y te diré si ha prosperado o no". Hay una clara relación de dependencia entre estos dos factores que raramente ha variado en la historia de la minería onubense.
Todas las casas se alineaban en monótonos grupos, prácticamente semejantes y uno de los rasgos más comunes era la falta de espacio y de ventilación, pues sólo disponían de pequeñas ventanas en las paredes que daban a la calle. A consecuencia de este cerramiento casi total de las viviendas, la iluminación resultaba bastante deficiente. Las chimeneas también eran un rasgo arquitectónico común entre las casas de entonces; porque el único elemento que servía para cocinar y calentarse cuando hacía frio, era el fuego. El gas y la electricidad eran todavía impensables.
Las techumbres se hacían todas con tablas apuntilladas sobre los clásicos maderos de pino o eucalipto del país; aunque algunas compañías más pudientes (Riotinto y Tharsis, sobre todo), importaban madera d erija de los bosques escoceses. Las tejas empleadas eran por lo general del tipo árabe; pero en los poblamientos de Riotinto y Tharsis, también hubo especial predilección por la teja plana. Casi todas las paredes eran blanqueadas con cal y había un gusto especial por el color verde en los elementos exteriores de madera. Para hacer de comer, las casas disponían de poyos de manpostería, con uno o dos huecos para anafes y los combustibles más empleados eran la leña y el carbón de encina.
Los patios eran un elemento poco común entre las casas de los mineros debido a la escasa superficie que tenían. Solo las casas de los jefes estaban dotadas de este privilegio, así como de marquesinas y jardines con flores a la entrada.
Inicialmente, las casas tampoco disponían de agua corriente, ni de luz eléctrica. La mayor parte de las compañías, para subsanar este problema, montaban sus propios depósitos o fuentes públicas y las abastecían de sus diques, Para el alumbramiento nocturno se utilizaban los clásicos focos de carburo.
Como es lógico, con el paso del tiempo, se fue dotando a las viviendas de mayor espacio, fueron empleándose materiales de más calidad y fueron introduciéndose mejoras a medida que las empresas obtenían mayores beneficios. En relación con la supervivencia de algunas poblaciones mineras, se podía decir: "Dime cómo es el poblado y te diré cuál es la empresa que lo hizo". O dicho de otro modo: Dime qué empresa construyó el poblado y te diré si ha prosperado o no". Hay una clara relación de dependencia entre estos dos factores que raramente ha variado en la historia de la minería onubense.
3. El caso de Riotinto.
Con respecto al fenómeno poblacinonal minero, desde mediados del siglo XIX en adelante, sólo existe una excepción en toda la provincia de Huelva, que es el caso de Minas de riotinto. Pues en este lugar se construyeron las primeras viviendas, a partir de 1725, cuando un caballero de ancionalidad sueca llamado LIBERTO WOLTERS, tomo en arriendo aquellas minas.
Alrededor de las Minas de Riotinto, es donde más poblamientos mineros se han alumbrado desde entonces. Pues además del poblado matriz ( ya desaparecido hoy), llegaron a existir siete aldeas a la vez, de las cuales hay cuatro que ya no existen hoy; "Filón Norte", "Riotinto Estación", "Naya" y "La Atalaya". Y todos esos poblados desaparecidos a excepción del pequeño caserío de "Filón Norte", tuvieron poblaciones superiores a los doscientos habitantes.
Para comprender este extraordinario poblamiento de las aldeas y lugares de Riotinto, es preciso saber que la compañía inglesa THE RIO TINTO COMPANY LIMITED, fue durante las primeras décadas del siglo XX la primera empresa minera del mundo y su plantilla por aquellos años, superaba ampliamente los quince mil trabajadores. Dicho esto, a nadie debe de extrañar esa supremacía demográfica de los poblamientos de Riotinto, en relación con sus homólogos de la provincia de Huelva.
Aparte de lo dicho, hay otra cuestión que merece la pena destacar: Ninguno de los poblados mineros de la provincia, deshabitados o desaparecidos, ha conseguido hasta el día de hoy tener ayuntamiento propio, salvo el pueblo matriz de Minas de Riotinto. Lo cual viene a corroborar de forma incuestionable la importancia de sus criaderos cobrizos a lo largo de la Historia de España. Ni siquiera Tharsis, que ocupa el segundo lugar en la Historia de las minas más importantes del Andévalo onubense, ha sido capaz de segregarse del ayuntamiento de ALOSNO, a lo largo de los años.
4. El paisaje minero.
El paisaje minero del Andévalo es áspero, difunto, casi estéril...Por todas partes hay túneles y pozos que exalan vapores cobrizos, procedentes de las entrañas de la tierra. El paisaje minero, por lo general, esta llenos de cortas y socavones anegados, de negruzcos malacates que siguen todabía en pie, de sinuosas trincheras de ferrocarril abiertas en los montes y ruinosos edificios con sabor inglés, que sirvieron de albergue a los obreros.
En casi todas las minas onubenses pueden verse aún minerales y escorias esparcidas por el suelo, como símbolo imborrable de una época gloriosa. Este paisaje se duele todavía de las bárbaras mutilaciones que sufrieron sus árboles, sus ríos y sus montañas, cuando las flamantes compañías inglesas acuñaban sus libras esterlinas con el frío sudor de los mineros. En algunos lugares sólo quedan los sucios esqueletos de las casas y algunos edificios industriales que han sobrevivido al tiempo. Y sí a esto se añade el color tinto-cobrizo de las aguas que bajan por los hondos barrancos del Tinto y del Odiel, el paisaje es aún más desolado y triste.
Cuando en todas estas minas que ahora están abandonadas y desérticas había cierta actividad humana; el paisaje se dolía de los dientes de las herramientas, de los humos voraces de las calcinaciones; de las pesadas locomotoras de vapor, arrastrando minerales hasta el mar, de los atroces estallidos de la pólvora, de los humos que mordían las raíces de los árboles y el corazón de los hombres...Pero no había esta soledad plomiza que ahora existe, ni los fantasmales retratos de los pueblos fallecidos, ni este grave silencio que se clava entre los labios robándole la voz al visitante.
El paisaje minero del Andévalo es inhóspito, seco, sobrecojedor, no apto para los amantes de las naturalezas vírgenes. Es más parecido aun infierno apagado con el paso de los siglos, que a un frondoso valle con hermosas flores. Sin embargo, tiene ingredientes que actúan como imanes, produciendo sensaciones de gozo y bienestar en los resortes de la mente. Es como si uno se sintiera poseído por tanta desolación, por tanto silencio amontonado y por tantísimas tonalidades grises.
Como la mayoría de empresas explotadoras de las minas eran extranjeras, en casi todos los poblados se construyeron edificios industriales y viviendas, con estilos arquitectónicos distintos, pero muy parecidos entre si. De este modo, se produjo un cambio de fisonomía en los clásicos perfiles de los pueblos, estableciéndose una dualidad de caracteres urbanos, que combinados entre sí resultaban una extraña mezcla.
Hubo empresas que prefierieron seguir utilizando los patrones clásicos de las casas andaluzas; pero hubo otras compañías (sobretodo inglesas), que prefirieron combinar los ingredientes españoles y británicos e imponer los patrones de su propia arquitectura. En las Minas de Riotinto y Tharsis es donde mejor se aprecia este fenómeno. A través de esta nueva arquitectura se introducen en los pueblos mineros las persianas de librillo, las marquesinas de madera. Los jardines, los tejados a cuatro aguas, los lucernarios de cristal y sobre todo, el uso de la teja plana, que sustituyó casi por completo a la vieja teja árabe.
Los colores predominantes eran el verde para las puertas, ventanas y demás elementos exteriores de madera y el blanco para las paredes. Quizas el elemento arquitectónico foráneo que más tardó en asimilar la población autóctona fue la teja plana, ya que hasta finales del siglo XIX, era casi desconocida en la provincia de Huelva. Otro elemento diferenciador de los edificios coloniales con respecto a los españoles, es que eran por lo general más altos, disponían de más ventilación y estaban mejor iluminados.
Inicialmente, casi todas las compañías extranjeras utilizaron la piedra para construir sus edificios, pero más adelante se utilizó el ladrillo con muchísima frecuencia y además el barro fue sustituido por el mortero de cemento y cal, de forma sitemática. También cabe destacar en la arquitectura colonial el uso frecuente de elementos de madera en el interior de las casas. Rodapiés, suelos, escaleras, persianas, buhardillas...etc. Además , no se conformaban con nuestras maderas autóctonas, sino que preferían la de pino escoces. Importándola directamente de Inglaterra. Muchas de estas excelentes maderas han sido reutilizadas, después de cerrarse algunas minas, en puertas, ventanas y tejados de casas particulares.
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